La placenta normalmente se encuentra adherida perfectamente en la parte superior de la pared de la matriz. En casos de placenta de inserción baja, las pérdidas de sangre pueden ser importantes no significando esto que madre e hijos no se encuentren bien, sólo que la mamá debe tener más cuidado, no realizar tanto esfuerzo y en determinados casos guardar reposo por el bien de ambos.
Romper la bolsa antes de tiempo

Incluso en los casos en los que la placenta sea oclusiva total, el desarrollo puede continuar sin ningún tipo de problemas. En los casos de placenta oclusiva la mamá tendrá ocasionales hemorragias debiendo tener mucho cuidado y probablemente de presentar una placenta oclusiva hasta el final del embarazo el parto sería mediante una cesárea.
No todas las perdidas de líquido amniótico presenten la misma gravedad, ésta depende directamente del volumen de la pérdida. En ocasiones ésta es solo una pequeña grieta que deja escapar líquido como un cuenta gotas, y si la herida se encuentra en la parte superior de la matriz puede llegar a cerrarse sola.
No corremos con la misma suerte si la herida se encuentra ubicada en la parte baja del útero, en estos casos se convierte en una puerta abierta a infecciones y aumenta su peligro a medida que se acerca esta fisura al orificio de la matriz. En estos casos el médico especialista prescribe antibióticos para prevenir infecciones. Y en caso de que hayan pasado las 32 a 34 semanas de gestación el especialista estudiará la posibilidad de provocar el parto para prevenir dicha infección.
Cuando una madre percibe una pérdida de líquido como esta fuese tiene que acudir con urgencia al médico. Las posibilidades de que el bebé sobreviva son mayores en estos casos cuanto mayor sea el tiempo de gestación, cuanto más avanzado esté el embarazo mayor capacidad tendrá el bebé para afrontar su salida al mundo exterior.









