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¿Por qué no miras más allá de los ojos de un niño con Síndrome Down?

Este domingo en la iglesia una pareja se nos acercó muy aprisa con deseo de conocernos; me sorprendí, no soy muy amistosa. Me bastó un instante para identificar su mirada, conocer su corazón y entender el anhelo de ver su futuro en mi presente.

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Me desinfecté las manos y enseguida agarré en mis brazos al pequeño, con los mismos ojos hermosos de mi hijo. Es inevitable no sentirlo mío...es volver a vivir el momento en que vi a Esteban Eduardo por primera vez, cuando me enamoré y me convertí en un nuevo ser humano.

En ese instante me desconecté. Me vi en la casa de Winter Park en Orlando, en mi habitación parada frente al espejo con mi bebé en brazos; observaba mis ojos los suyos, distintos pero iguales. Después de nueve meses soñando a quién se parecería, a mí o a su papá; la primera pregunta que todos hacen, la respuesta en voz baja "es lindo para tener Síndrome Down".

'La misma mirada de su papá'

Era como si hubiese parido un alien. Les llamaba la atención distinguir los rasgos físicos típicos del colectivo para probar lo poco que conocen del tema. La constante de buscar parecidos, patrones; dentro de lo distinto hay similitudes que nos agrupan para identificarnos. 

Lo más importante de la identidad es quiénes somos. Un bebé, mi hijo, Esteban, que a pesar de los rasgos robados, es idéntico a su papá, comparten la misma mirada. Tiene nuestra genética; es un Félix Cruz.

En una sociedad en la que la apariencia es demasiado importante, este tema es delicado, defendemos la igualdad y a los diferentes los segregamos. ¡Otra preocupación más!

Lo que hay más allá de sus ojos

Esta pareja estaba viviendo lo mismo que nosotros vivimos hace cuatro años. Sentían el mismo hueco en el corazón, habían escuchado lo mismo. ¿Que decir: vivir un día a la vez, disfrutar cada instante, celebrar cada peldaño de crecimiento, cada destreza adquirida?

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En cada nueva evaluación llorarás, los términos profesionales son dardos directos al corazón. La recompensa de alcanzar las metas trazadas te inyectan de energía y esperanza. No hay palabras para convencernos que todo estará bien. Sólo la esperanza de tener un corazón saludable y un buen tono muscular.

Frente al espejo, entendí que Esteban es mi niño, un niño. Le prometí que siempre lo trataría como tal, que nada ni nadie lo limitaría; que todos verían más allá de sus ojos; su carácter, su potencial, un hombre de valor.

Mi propósito no es cambiar el mundo, sólo borrar el silencio, quitar la pena, adquirir una voz, el reflejo que otras madres y padres necesitan.

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Rebeca Cruz es maestra de profesión, esposa ocupada y mamá comprometida con la educación y crianza de dos maravillosos niños, Esteban de casi 4 años e Isabella de 14 meses. Rebeca continuará con una serie de artículos que nos enseñará lo que ha aprendido desde que se convirtió en mamá de su primogénito Esteban, un chico curioso, activo, valiente y con Síndrome Down. En iMujer esperamos que todos podamos aprender lo que ella y Esteban tienen que mostrarnos a todos.