Hoy en día las cosas son tan diferentes que es fácil darse cuenta lo mucho que ha cambiado nuestra manera de vivir. Podríamos pensar que no, pero la realidad es que algo tan simple como la familia, la base de la sociedad, está hoy en constante cambio y pronto será muy distinta a como la conocemos.
Familias alternativas: una realidad latente

Por familias alternativas entendemos no solo aquellas conformadas por lo que se conoce como «familias homoparentales», es decir, aquellas lideradas por padres homosexuales, sino cualquier tipo de grupo que se considere familiar, sin importar las personas que la conformen, es decir: madres y padres solteros, tutores legales, padres adoptivos, tíos, etc., cualquier núcleo que se encargue de la crianza y educación de un niño y, por supuesto, de su manutención económica.
Así surgieron

Las «familias alternativas» empezaron a ser estudiadas en los años 70, cuando las libertades del ser humano, tanto personales como sexuales, parecían expandirse. Con más libertad para escoger, los núcleos familiares estaban empezando a cambiar, así que la sociología familiar empezó a reconocer que nuevos modelos estaban surgiendo. En los años 80, los sociólogos continuaron incluyendo familias alternativas que surgieron de estos cambios, incluso a personas que optaron por la individualidad.
En los años 90, las familias alternativas ya eran una realidad que se vio reforzada con la llegada del nuevo siglo. La familia es «una unidad que sirve como base de la sociedad» y su figura de padres e hijos fue creada de esta forma para que sirviera económica y socialmente: para que todos viviéramos bajo una misma estructura. Sin embargo, la realidad nos golpeó con el tiempo, transformando esta base en algo muy diferente.
Nuestra realidad familiar

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Además de la liberación sexual de los años 70, la economía también tuvo mucho que ver en el nacimiento de estas familias: no todos los modelos eran capaces de adaptarse a un solo ingreso o a determinado estilo de vida (mamás amas de casa, por ejemplo), así que las cosas, sobre todo en familias de bajos recursos, debían cambiar.
Hoy en día no solo tenemos familias homoparentales (que aún luchan fervientemente por sus derechos), sino también arreglos familiares que son válidos, funcionan y traen beneficios para la sociedad, aunque esta se oponga.
Si vemos de más de cerca, seguro encontramos alguien en nuestro entorno que pertenezca a una familia alternativa, porque se han convertido en una realidad que vino para quedarse.








