Si bien es cierto que de manera natural hay una edad a partir de la cual el organismo está listo para procrear y luego dar vida a un ser humano, lo real es que ello no significa necesariamente que las personas tengan las condiciones necesarias para ser padres. ¿Cuándo se sabe que ha llegado ese momento?
¿Cómo saber si estamos listos para ser padres?


Es una invariante para todas las situaciones de la vida el hecho de que cada persona tiene su propia dinámica de vida y no puede juzgarse por la experiencia de los otros. Sin embargo, una respuesta generalizada sí puede darse: la gente nunca está completamente lista para asumir la paternidad. La razón es muy sencilla, somos seres humanos y siempre habrá áreas en las que fallaremos. La educación perfecta no existirá a menos que nos volvamos robots, cosa poco probable en la actualidad.
Aun así, podemos encontrar una serie de elementos que pueden garantizar la mejor de las crianzas posibles. A la hora de decidir en qué momento tener los hijos, lo ideal es analizar la situación financiera y material que estamos viviendo. Los niños necesitan un sustento importante que sólo puede llevarse a cabo con un respaldo económico. Asegúrate de que tendrás un lugar donde habitar y una entrada fija que les permitirá llevar una vida adecuada.

Otro aspecto de la mayor importancia es la salud física de los padres. Lo aconsejable es acudir al especialista antes de dar el paso para realizarse análisis que determinen si el cuerpo en ese momento se encuentra preparado para enfrentar la gran hazaña que supone generar una nueva vida. Tanto padres como madres deben estar completamente seguros de que no tienen ningún padecimiento que vaya a ser transmitido irreparablemente a su descendencia.
Pero si importante es este aspecto, igualmente lo es ocuparse de la salud emocional. Los padres deben tener una estabilidad mental que les permita afrontar la tensión que generan el embarazo, el nacimiento y la educación infantil. La tarea, aunque hermosa, es de titanes, requiere mucha fuerza espiritual y ecuanimidad. Unos padres inseguros y frágiles en sus emociones tendrán muchas dificultades para sobrellevar la situación, lo que terminaría por comprometer el futuro de su hijo.
Ambos padres deben estar preparados para serlo. No se vale que uno tenga la madurez necesaria y el otro no. Ello acarrearía múltiples conflictos al interior de la relación de pareja y ya a la hora de asumir la paternidad. Además se desarrollan enojos y rechazos mutuos que pueden dañar el afecto y contribuir a la infelicidad del matrimonio y de la familia futura.
El acto de ser padres es tan importante que amerita tomarse un tiempo para pensar seriamente si, dentro de los márgenes de realidad posibles, ya las dos personas están listas para asumir con amor y responsabilidad una función imprescindible para la sociedad humana como lo es la paternidad.









