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Cómo convivir con el miedo de ser madre

Solía escuchar que convertirme en madre me cambiaría la vida, que tendría menos horas de sueño, que siempre estaría preocupada, que mi hijo sería lo primero...

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Pensaba que todo eran habladurías, pero es cierto.  Cuando me convertí en madre se alteró enormemente el modo en como percibía el mundo, y lo mejor, me di cuenta de quién era realmente yo.

Cuando quedé embarazada pensaba que ya me conocía, que conocía mis puntos fuertes y mis puntos débiles, mis necesidades vitales para estar y sentirme bien, pero no existía el miedo en mí. Después que mi hijo nació, poco a poco empecé a temer.

El miedo de convertirse en madre

Así es, se siente miedo. Aún recuerdo cuando a mi hijo recién nacido lo senté por primera vez en el coche para ir del hospital a casa, o cuando lo puse por primera vez a dormir, o la primera vez que empezó a comer sólidos... La sensación que recorría mi cuerpo era de miedo a que algo saliera mal, a que algo le pasara.

Cuidar de la vida de un bebé es una responsabilidad enorme, pero cuando se siente un amor tan profundo, de repente esos miedos se desvanecen para convertirse en protección. 

Ver más: Los miedos más comunes de las madres primerizas

Imagen Thinkstock

Miedos que no acaban 

A medida que un hijo crece cambian los miedos de una madre, por ejemplo cuando empieza la escuela nos da miedo que no haga amigos, y si los hace que sean malas influencias, o que de grande quiera tener una moto y sufra un accidente... miedos por el estilo. 

Son tantas las cosas que nos generan miedo a las madres que en lo personal he decidido vivir el día a día, amar a mi hijo cada día más y basar su educación en el cariño, en el respeto y en el amor diario. Y por supuesto, todos los días le beso y le digo que le amo, porque no hay amor más profundo que el de una madre por su hijo. Los miedo quedan a un lado.

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Es natural (y hasta sano) que una madre tenga miedos por el bienestar de sus hijos. El sentir miedo no es más que una señal de que ese ser es lo más importante que tenemos en la vida. Solo tenemos que cuidar de que nuestros miedos no nos hagan ser madres que sobreprotejen a sus hijos.

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