En la mayoría de las culturas las personas mayores son símbolo de sabiduría y respeto. Ellos educaron a nuestros padres y crearon los pilares de la familia, por lo cual merecen todo nuestro agradecimiento y cariño. Sin embargo, no siempre es fácil la vida cuando se convive con los abuelos. En ocasiones son grandes compañeros para los nietos, en otras se pueden desarrollar conflictos al interior del hogar.
Aprendiendo a vivir con los abuelos

Lo más importante que debe tener en cuenta quien viva con ancianos es que la edad y el deterioro natural del organismo humano cuando los años pasan pueden influir negativamente en la flexibilidad de sus mentes, cosa que no sucede con los jóvenes. Por esta razón, estos últimos están más capacitados para ceder en diversas situaciones y aprender a ser más tolerantes.
Ello lógicamente no significa que en un hogar se haga todo lo que los abuelos ordenen. Familia al fin, es una dinámica cooperativa y democrática, siempre es preferible conversar, comunicarse, llegar a acuerdos. Se trata de que haya situaciones en las cuales uno medite que puede tolerar algún elemento no esencial para nuestra felicidad y complacer a aquellas personas que han sabido sacrificarse y luchar por los demás durante tanto tiempo.

Si el abuelo se ha mudado a casa, las cosas pueden tornarse complicadas pues un nuevo personaje pasa a formar parte de la cotidianidad. Seguramente necesita una habitación y hay que estrecharse un poco. Las necesidades de las personas mayores son diferentes, de modo que se requerirá hacer ajustes en los horarios y en las cosas que son de uso común.
Aun cuando los niños y sus padres aman a los abuelos, el hecho de tener que ceder equipos, artículos, espacios o incluso cambiar hábitos puede ser molesto. En estos casos, lo mejor sería tratar de ser lo más amable posible. Para estas personas tampoco es fácil adaptarse a una casa que no es la suya.
Verdad que pasará un tiempo de aclimatarse, pero pensemos que, cuando se logre la inserción, los abuelos serán personas muy interesantes con las cuales convivir. ¡Tienen tantas historias y experiencias que contar! Saben cómo manejar múltiples situaciones vitales y ofrecernos soluciones, que jamás se nos hubieran ocurrido, a muchos problemas. No olvidemos nunca que son seres humanos valiosos y que la comunicación con ellos puede enriquecernos en todos los sentidos.
Pero también es preciso considerar que ellos necesitan mucho de nosotros, están en la última etapa del camino y merecen, como todas las personas, tener a su familia para apoyarlos, de modo que cuando llegue el final sientan que realmente la vida valió su peso en oro. Si aprendemos y enseñamos a nuestros hijos a cuidar y respetar a los abuelos, también seremos amados cuando nos llegue a nosotros ese difícil período de la existencia.









