«Positivo. Estás embarazada». Hace cinco meses que el médico de urgencias me lo dijo. Pensé que hablaba de otra persona, pero no, la embarazada era yo. Mi primer pensamiento fue: «¿Qué hago yo con un bebé? ¡No sé nada de bebés!» Pero cambié de parecer en la primera ecografía, cuando vi y escuché latir a ese pequeño corazón.
5 promesas que las madres primerizas hacemos al enterarnos que estamos embarazadas (y pocas cumplimos)

Una alegría desconocida me invadió en los días siguientes. Aquello que vi me hizo sentir amor a primera vista. Desde entonces siento que haré lo posible para ser la mejor madre para mi hija, así que prometí empezar desde el inicio.
Las mamás primerizas recibimos muchos consejos de madres con experiencia y también de quienes no son madres pero tienen algo para decir. Escuchamos —y desechamos— consejos de alimentación, ejercicios, moda, salud... hasta de crianza y a qué colegio enviar al niño (?). Y en nuestro afán de prevenir todo lo que sea previsible, prometemos tanto que hasta nos olvidamos.
Promesa 1.«Seguiré una dieta balanceada»

Basta una consulta con la nutricionista para convencernos de que comeremos saludable durante todo el embarazo. En las primeras semanas contamos la cantidad de frutas que ingerimos al día y los vasos de leche que tomamos. Nos aseguramos de comer una porción de carne, pollo o pescado en una comida al día y de no abusar de los vegetales del grupo C.
Rompemos la promesa cuando las consultas con la nutricionista son más de lo mismo y nuestro aumento de peso está dentro de lo normal aun habiendo comido esas porciones extra de bocados y pasteles «prohibidos». Ni que hablar cuando al llegar cansadas a casa, no encontramos lo necesario en el refrigerador para armar un plato «como la nutricionista manda».
Promesa 2.« Haré los ejercicios de Kegel»
Leímos y nos dijeron que los ejercicios de Kegel sirven para prevenir la incontinencia urinaria y fortalecer la musculatura del suelo pélvico para facilitar el parto. Sus beneficios parecen LA fórmula para no sentir molestias ni dolor de ningún tipo y por eso, prometimos hacerlos.
¿Alguna empezó? ¡Qué nos cuente si le sirven de algo! Lo cierto es que por más sencillos que sean —ya saben, se pueden hacer estando de pie y en cualquier lugar— nos olvidamos de que existen porque tenemos otras cosas que no podemos postergar, como decorar el cuarto del bebé.
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Promesa 3. «No compraré ropa de bebé hasta no saber el sexo»

Al adentrarnos en el mundo de la maternidad descubrimos que la ropa de bebé es igual o más cara que la ropa de adulto, y ese es uno de los motivos por el que prometemos no comprarle ropa a nuestro pequeño retoño hasta no saber su sexo —no vayamos a gastar plata comprando todo rosa ¡y sea varón!—.
Pero es más fuerte que nosotras. Parece que la ropa hablara y dijera «llévame». Nuestro instinto maternal, sexto sentido o como lo quieran llamar, hace su primera aparición y nos «revela» el sexo del bebé —a mí me pasó con unos escarpines, por suerte acerté—.
Promesa 4: «No buscaré en Google síntomas ni molestias que me preocupan»
Google nos facilita la vida. Millones de sitios web están al alcance de nuestra mano para ofrecernos información de todo tipo. Lo que leemos en una página lo podemos confirmar en otra, y luego en otra, y así sucesivamente hasta que nos demos por satisfechas. Es tan fácil y rápido encontrar una respuesta que lo usamos para preguntar casi todo.
Al comienzo del embarazo prometemos aclarar nuestras dudas únicamente —y nos repetimos, únicamente— con el ginecólogo. Pero cuando algo nos inquieta y falta para la consulta médica, buscamos respuesta a preguntas como «cuándo se sienten las pataditas del bebé» o «es normal sentir el vientre duro en el embarazo».
Promesa 5. «Escucharé (y no discutiré) los consejos de la abuela paterna»

Ellas soñaron con que su hijo les diera un heredero. Fueron espectadoras silenciosas de largas charlas de amigas hablando de sus nietos. Atesoran muchos recuerdos de su maternidad hoy devenidos en consejos.
Las suegras nos aconsejan desde el corazón, convencidas de que su experiencia nos servirá 20, 30 o 40 años después. Sin embargo ¿cómo les podemos recordar, sin herir sus sentimientos, que fueron madres hace mucho tiempo?
Cómo explicarles que ahora existe la practicuna y el colecho, que para no sufrir nosotras de dolor de cintura los bebés no siempre se cambian sobre la cama, y que ensuciarse jugando no le hace daño a nadie.
Ahora es nuestro turno y queremos generar nuestras experiencias.
Sí, las mamás primerizas prometemos hacer (y no hacer) estas y muchas otras cosas durante el embarazo. Algunas son promesas incumplidas, pero hay una que jamás romperemos: dar lo mejor de nosotras para ser la mejor madre que nuestros hijos puedan tener.
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