La sensación de desconfianza y temor cuando se nos acerca un desconocido puede durar unos segundos, puede ser más o menos intensa, pero existe. A veces es casi imperceptible y otras es muy evidente. La primera impresión que tenemos de la otra persona dice más de nosotros que de aquel que miramos, pero de a poco nos damos cuenta de eso. En cuestión de segundos ya calificamos: amable, posible amenaza, confiable, arrogante.
Un fotógrafo le pide a desconocidos que sonrían y este es el resultado

¿Pero qué pasa cuando ese desconocido nos sonríe? Se extingue cualquier prejuicio y nos sentimos conectados con el otro. Jay Weinstein es un fotógrafo que tiene un proyecto llamado So I asked them to smile (Entonces les pedí que sonrieran), le saca fotos a desconocidos, primero serios y luego les pide que sonrían. El resultado de este trabajo no es necesario que se los cuente, lo van a sentir al mirar las imágenes.
Sonreír es un lenguaje universal que nos conecta con los demás
El poder de una sonrisa: de la desconfianza pasamos al agrado
Si una sonrisa tiene el poder de cambiar nuestra mirada hacia una persona es porque antes el temor no nos dejó ver la esencia de esa persona. Una sonrisa nos agrada porque muchas veces es un signo de aprobación.
Sin embargo, también tendríamos que ser capaces de ver que no hay nada malo en un rostro serio. Y comprender que detrás de la seriedad puede haber una persona con tristeza o que simplemente tuvo un pensamiento que lo hace ver así. Este proyecto fotográfico nos inspira y nos hace reflexionar sobre los prejuicios y el valor de los gestos.




