Selma Blair no obtenía diagnóstico porque los médicos no toman en serio a las mujeres que sufren
Cuando Selma Blair apareció en la fiesta de Vanity Fair después de los Oscar, se convirtió en un símbolo de fortaleza ante las cámaras. En 2018 la actriz confesó que padecía de esclerosis múltiple. Pero además de ayudarnos a comprender esta enfermedad, también destapó un problema que las mujeres conocen bien: ni siquiera los médicos se toman en serio el sufrimiento femenino.
Una batalla de años
La actriz de Juegos Sexuales se convirtió en madre en 2011, y desde entonces comenzó a sentir los síntomas de un padecimiento que no sabía que tenía. La memoria se le nublaba, los objetos se le caían de las manos y el cansancio que la embargaba era excesivo. No había una causa aparente para ellos y a quienes consultó para descubrir qué le sucedía, menospreciaron su dolor.
En una entrevista para ABC News, Selma explicó:
La actriz recalcó que ella insistía en pedirle a los profesionales que le realizaran una IRM, pero todos le decían que no era necesario. Los expertos la ignoraron, pero los síntomas no cesaron. Selma tenía que tomar una siesta antes de regresar a casa después de dejar a su hijo en la escuela, porque no podía mantenerse despierta.
En agosto de 2018 la situación adquirió claridad. Sus dolencias eran una manifestación de la esclerosis múltiple: una condición en la cual el sistema inmune ataca a los nervios, afectando la comunicación entre el cerebro y el cuerpo, de acuerdo con la Clínica Mayo. Pero no fue hasta que se cayó frente a un doctor cuando al fin recibió la atención que necesitaba.
Selma no es la única
Este fenómeno es conocido como "pain bias", "gender bias" o sesgo de dolor. Se caracteriza por el tratamiento diferenciado que se le otorga a las mujeres que sufren, en contraste con la experiencia de los pacientes masculinos. La única razón por la que esto sucede es por el sexo de las personas y la idea que existe de "cómo deben comportarse".
El sesgo de dolor ha sido demostrado en estudios científicos. Un trabajo de 2012 de la Universidad de Stanford encontró que las mujeres sienten más dolor y durante más tiempo que los hombres. Un dato que contrasta con otros hallazgos.
Otra investigación de 1992 concluyó que entre personas que llegaban al hospital con dolor agudo en el pecho, las mujeres tardaban más en ser evaluadas y recibir un electrocardiograma. El tratamiento que recibían también era menos agresivo, y sólo un 56.0 % de ellas eran admitidas en la unidad de cuidados intensivos, frente a un 82.8 % de hombres.
A pesar de que un diagnóstico certero es esencial para un tratamiento efectivo, los estereotipos de género afectan la manera como los médicos interpretan los síntomas de sus pacientes. Un estudio pediátrico de 2019 confirmó que los especialistas describían el dolor de los niños como más intenso que el de las niñas, cuando ambos poseían circunstancias clínicas idénticas. ¿La razón? La idea de que los varones son "más rudos" y ellas son más emocionales.
Esos mismos prejuicios provocaron que Selma Blair tuviera que sufrir y buscar por su cuenta la manera de aliviarse durante siete años completos. Y con seguridad ella no será la primera ni la última, a menos que cambiemos la forma de entender el género incluso dentro del consultorio.
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