La comida rápida se ha convertido en una costumbre diaria casi obligatoria en muchas personas. La urgencia del momento, o el culto excesivo a la comodidad de la vida moderna parecen ser más fuertes que el deseo de contribuir a comer de forma saludable.
Las consecuencias negativas de la comida rápida

Pizza, hamburguesas, patatas fritas, perritos calientes, costillas, empanados o cualquier otra oferta atractiva en este sentido, nos invita a comer rápidamente a un precio económico. La restauración se ha transformado en los últimos años en un hábito simple, fácil y rápido. Sin embargo, presenta ciertos riesgos para la salud que conviene conocer.
Por falta de tiempo, comodidad o medios, cada vez son más las personas que eligen la comida rápida como alternativa diaria o varias veces a la semana, dependiendo de los casos. Esta fuente de alimentación se caracteriza por un consumo excesivo de calorías, grasa y sal. Es muy común encontrar este patrón en los jóvenes, las personas de vida acelerada, y personas solteras.
Ventajas e inconvenientes

La comida, por lo general, sabe bien, es barata y se puede comer en pocos minutos. Además, luego no hay que lavar los platos y se puede comer en cualquier lugar, incluso de pie.
Pero si este tipo de comida se convierte en un hábito, las consecuencias inmediatas pueden ser: colesterol, sobrepeso, presión arterial alta, diabetes o enfermedad cardiovascular. El impacto de estos alimentos en el estado nutricional y en la salud varía si la ingesta es esporádica o continua. Para niños y adultos, las consecuencias no serán las mismas si la comida rápida se consume una o varias veces en semana.
Cambio de vida
Sería interesante que todas las personas, especialmente aquellas que tienen niños en la primera infancia, sean conscientes de las consecuencias irreversibles producidas por este estilo de comida rápida y con demasiadas calorías.

A veces, la vida cotidiana, el estrés y la rutina nos impiden reflexionar sobre los acontecimientos que dañan seriamente nuestra salud.
Sin embargo, vale la pena hacer un esfuerzo por cambiar estas costumbres contrarias a nuestro bienestar. Se trata pues de consumir más productos lácteos (leche, yogur, queso), verduras frescas (crudas o cocidas) y fruta de temporada, rica y tan rápida de consumir como esos alimentos nefastos.
En resumen: utilizar el congelador y el microondas es más saludable que decantarse por un menú a base de comida rápida que nos pueden llevar a casa con solo descolgar el teléfono. ¿Sueles consumir fast food?
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