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Las consecuencias invisibles del acoso de las que nadie habla

Usualmente creemos que la violencia ocurre cuando hay un enfrentamiento físico, o cuando nos tocan sin nuestro consentimiento. Sin embargo, el acecho y la persecución constante pueden causar graves daños psicológicos.

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El acecho es un fenómeno reiterado: «un individuo se involucra repetidamente, como por ejemplo siguiendo a una persona, apareciendo en un la casa o el lugar de trabajo, haciendo llamadas telefónicas acosadoras, dejando mensajes u objetos escritos, o actos de vandalismo la propiedad de la víctima», explica el estudio Stalking in America: Findings From the National Violence Against Women Survey. Esto puede ocurrir junto con amenazas de daño físico y vigilancia.

Quienes más se ven afectadas por este tipo de violencia son las mujeres, que constituyen el 78 % de las víctimas, según el reporte. Por otro lado, los agresores suelen ser novios actuales o exparejas de las víctimas.

Aunque estos comportamientos todavía son legales en algunos países, sí que pueden ser muy dañinos. El psicólogo Romelo Vitelli afirma en Psychology Today que quienes son acechados padecen síntomas de abuso postraumático y viven en constante miedo. También pueden presentar síntomas relacionados a la depresión.

No se necesita de la presencia física para acechar, otras conductas de persecución pueden ser: cuestionar a los amigos y familiares sobre la persona, mandar regalos no solicitados, amenazar con difundir imágenes privadas, forzar el contacto por redes sociales o mandar mensajes amenazantes por Internet, precisa Vitelli.

La violencia no siempre se reduce a los golpes: seamos más conscientes de otras actitudes que dañan.

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