Mary Martínez es una abuela que vive en el barrio Presidente Perón, en San Fernando, provincia de Buenos Aires. Ella creó un comedor en su propia casa y todos los días alimenta a más de 130 chicos.
A puro pulmón: Instaló un comedor en su casa y ayuda a todo el barrio con su jubilación

La historia
El comedor surgió de la tristeza. En el año 1997, uno de sus siete hijos falleció en un accidente. Él tenía 17 años y volvía de trabajar cuando fue atropellado por un auto robado.
Para luchar contra tanta impunidad y dolor, decidió ayudar a los más necesitados en su barrio: primero dándole un plato de comida a cada niño que tocaba su puerta y hoy, 20 años después, recibiendo a centenares de familias cada semana.
Mary era empleada doméstica y su esposo vivía de changas, nunca les sobró nada, pero eso no fue un impedimento para ayudar. Hoy lo poco que tienen lo destinan al comedor.
El comedor
A su propia casa le colocó un cartel en la puerta que dice “Centro Cultural Ebenezer Comunitario”, para que le dé la bienvenida a todo aquel que lo necesite.
Todos los días se acercan aproximadamente 130 chicos para buscar una vianda con guiso para llevar a sus casas, y los días miércoles entran de a turnos para tomar la merienda.
El comedor cuenta con tres máquinas de coser, una cocina industrial y un horno. Venden pizza, pan casero, pastafrola y arreglan ropa. Con lo recaudado solventan los gastos, ya que no reciben subsidios municipales, provinciales ni nacionales y solo se sostienen a partir de la autogestión, de su jubilación y de las donaciones de los vecinos.
Más que un plato de comida
Todos los viernes un grupo de profesores de la escuela Perito Moreno se acerca al comedor para llevar donaciones y brindar diversas actividades educativas y recreativas, tarea sumamente importante y necesaria, ya que los chicos también asisten para sentirse contenidos.
Mary sabe que los chicos necesitan más que solo una vianda, por lo que sueña con tener un espacio más grande para brindar diversos talleres y extender todavía más la ayuda.
Por ahora, el Centro Ebenezer solo cuenta con dos habitaciones, pero es mucho más que un simple comedor, debido a que no solo otorgan un plato de comida a los más necesitados, sino que también brindan un espacio de contención y apoyo donde realmente se ve el trabajo de puro esfuerzo, dedicación y amor.
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