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9 lecciones de vida que solo aprendes viviendo en el exterior

En un mundo en el que cada vez abundan opciones laborales más globalizadas (y también alguna que otra gran crisis económica), vivir en un país extranjero es algo más que habitual.

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Experiencias que, a pesar de afrontar con cierta inquietud en un principio, nos aportan estas grandes lecciones que se aprenden al vivir en el exterior, configurando una de las mejores enseñanzas que puede darte esa otra escuela... la de la vida.

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1. La ventaja de hablar un nuevo idioma

Aunque parezca la más obvia, la lección de aprender un nuevo idioma cuando vivimos en un nuevo lugar es la más poderosa, yendo más allá de cualquier enseñanza en academias o sistemas docentes. Comenzar a iniciarse en una nueva lengua es más que hablar; es comunicación, supervivencia y, también, mucha psicología.

Aprenderás a desenvolverte desde el minuto 0 y evolucionarás, siempre dependiendo de tus niveles de motivación y desenvoltura. 

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2. Valoramos lo que dejamos

Puede que seas de esas personas a las que no le termina de convencer su propio país, su cultura o modo de vida.

Sin embargo, una vez vislumbramos nuestras raíces desde otra perspectiva y comparamos, nuestro interés aumenta, la nostalgia nos invade y descubrimos que nuestro país es el mejor del mundo, a medio camino entre la confirmación de una identidad y un leve (y hasta anecdótico) "patriotismo".

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3. Aprendemos a ahorrar

Si hemos viajado a un nuevo país para prosperar, posiblemente en este las ofertas de trabajo sean más interesantes pero también los precios más altos. A ello debemos sumarle nuestra capacidad para ahorrar y afrontar un gasto con el que antes no contábamos: volver a casa cada cierto tiempo, algo que, más allá de ser una obligación, nos apetecerá más que nunca.

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Ahorrar no sólo se convierte en una de las grandes lecciones cuando te independizas, aún incluso en tu propio país, sino que se vuelve una tarea más apreciable cuando vivimos en el exterior.

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4. Nos hacemos respetar

Como bien comentábamos, el idioma es un aspecto mucho más psicológico de lo que pensamos, especialmente cuando llegamos a un país en el que nuestro bajo nivel respecto a cierta lengua nos convierte en ese motivo de burla por parte de algunos compañeros de trabajo, comerciantes a los que compramos el pan todas las mañanas o incluso durante una cita con un local.

Algunos encontrarán tu acento sensual, otros gracioso y unos pocos catastrófico pero tranquila, no te preocupes, al pasar el tiempo todos respetarán a esa persona que vino de otro sitio y habló un idioma a la altura de las circunstancias.

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5. Nos convertimos en un ciudadano del mundo

Todas las personas solemos defender nuestras raíces y considerarnos ciudadanos de ese lugar en el que nacimos, por muchos otros que visitemos.

Sin embargo, cuando se trata de vivir en otro país una fina grieta nos hace replantearnos cuál es realmente nuestro hogar y si, en lugar de andar defendiendo la ciudad que dejamos como el sitio al que pertenecemos comenzamos a considerarnos "ciudadanos del mundo", algo que no sólo viene acompañado de una mente más abierta, sino que también te convertirá en un ser más libre.

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6. Lejos de casa puedes ser realmente tú misma

Aunque no sea algo perceptible a primera vista durante nuestra vida cotidiana, vivir en el lugar donde nacimos durante muchos años nos convierte en alguien condicionado por la familia, los amigos y la sociedad en general. Vivir fuera supone encontrarte solo en un lugar diferente donde el anonimato posee más ventajas que desventajas.

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Comienzas de 0, te reinventas, olvidas viejos consejos y aprendes cosas que nunca decían los libros del colegio.

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7. Adaptarse a un nuevo lugar es vencer nuestros miedos

Abrir una cuenta bancaria en una sucursal nueva, renovar papeleo en la oficina de empleo, hablar en público durante una reunión, llamar por teléfono a tu jefe, concretar una cita... son muchas las situaciones antes las que podemos sufrir un bloqueo propiciado por el miedo a enfrentarnos a las dificultades lingüísticas, siendo precisamente su superación (siempre la hay) la que nos hará sentirnos mejor, libre de unos miedos que no experimentaremos en otras situaciones que se nos planteen a lo largo de nuestra vida.

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8. Encontramos nuestro estilo... sin importar el qué dirán

Suele suceder que, al vivir en un sitio u otro adoptamos un estilo diferente, especialmente por unas tendencias o influencias locales que nos impulsan a experimentar hasta encontrar una perfecta definición de nosotros mismos mediante la moda, el arte o incluso la gastronomía. Superfluo sí, pero igualmente satisfactorio.

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9. ¡Y aprendemos a encontrar vuelos baratos!

Viviendo en el extranjero te convertirás en un perfecto buscador de vuelos baratos. No te preocupes, la necesidad llegará sola cuando tengas que hacerte con un billete para volar a casa o visitar países cercanos, algo que agudiza nuestro olfato para las ofertas y los viajes dinámicos además de convertir el término "viajar" en algo que ya forma parte de tu vida, motivaciones y ese hobbie que puedes llevar a cabo durante un simple fin de semana. Y es que cuando vivimos fuera todo nos parece más accesible y visitable que nunca. 

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Estas lecciones que sólo experimentas cuando vives en el extranjero también incluirían todos esos beneficios que suponen la independencia y el valerse por sí mismo, salvo que estos conocimientos también pueden adquirirse sin necesidad de cambiar de país. Si, en cambio, decides ir más allá, te darás cuenta de que aspectos como el idioma o la cultura local transformarán tu existencia, te convertirán en una versión mejorada de ti misma donde caben muchos más conocimientos y experiencias que, por supuesto, te servirán de por vida.

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¿Cuál fue la mayor lección que aprendiste viviendo lejos de tu país?

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