Amos y señores del drama, así nos dicen quienes nos conocen porque saben la facilidad que tenemos para llorar.
7 cosas que siempre nos pasan a los que tenemos mucha facilidad para llorar


Creen que es pura actuación pero no se dan cuenta que nuestra sensibilidad está a otro nivel. Somos incomprendidos, tildados de llorones, y si bien es verdad que a veces excedemos los límites, tienen que entender que somos más tiernos que el grueso de la población.
Para los que creen que es fácil la vida de quien llora muy seguido, déjenme decirles algo, ser sensible no es fácil porque siempre nos pasan estas cosas:
1. Nos gusta llorar

Hay que dejar en claro que no somos unos sadomasoquistas del llanto ni siquiera lo hacemos adrede, pero hay algo del llanto que nos gusta.
Buscamos cosas que nos hagan llorar: miramos películas como “Marley y yo” o “P.D: te amo” o quizás leemos cosas que nos causan emoción.
No conocemos el motivo exacto, pero lo hacemos...
2. Creemos que nos deshidrataremos
De tanto que lloramos creemos que en cualquier momento podemos desmayarnos por falta de agua en el cuerpo. Nos emocionamos con los capítulos de “El precio de la historia” o “Hermanos a la obra”. Sé que son tonterías, pero cuando nos damos cuenta estamos llorando frente al televisor.
3. Podrían contratarnos para llorar en un velorio ajeno

Es una profesión que iría muy bien con nosotros porque tenemos la capacidad de empatizar con cualquier situación que nos haga llorar (de tristeza o de emoción, da igual).
4. Todos creen que exageramos
Cuando nos golpeamos, tropezamos o cuando nos sentimos tristes y lloramos, todos creen que exageramos porque nuestra facilidad para llorar es tan grande que nadie sabe cuando lo hacemos en serio.
5. Cuando estamos tristes buscamos canciones que nos pongan aún peor
Es como bañarse debajo de la lluvia, pero es una conducta típica de los que lloramos por todo.
6. Lloramos sin motivos
De pronto nos encontramos en el sillón de casa llorando como si el mundo se estuviera cayendo a pedazos y cuando alguien nos pregunta el por qué no sabemos qué demonios responder. ¡Porque sí!
7. Secretamente amamos un poquitito el drama

No es que nos encante ser dramáticos, pero el drama bien aplicado puede parecer una obra de arte.
Pongámoslo así: un día de lluvia salimos a la calle y de pronto nos ponemos a llorar, podemos agregarle un poco más de sentimentalismo si en lugar de correr de la lluvia caminamos como Arjona en uno de sus videoclips. Ese es el tipo de drama que adoramos lo llamo: drama oportunista.
Si llorar fuera un deporte nosotros seríamos medallistas olímpicos.









