¿Sabes cuál es tu estilo de crianza?
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Texto: Cintia Saporito
Bajo este estilo de crianza, los niños podrían tener conflictos para solucionar inconvenientes, baja autoestima y falta de confianza en sus propias habilidades para tomar decisiones. Al mismo tiempo, serían grandes seguidores de reglas y nunca desafiarían a la autoridad, según la experta.
Exigente. Aunque tengan grandes expectativas depositadas en sus hijos, estos padres son también empáticos y amables, y abogan por ellos cuando es necesario, define la doctora en psicología, Gail Gross, especialista en familia y desarrollo infantil. Gracias a que establecen ambientes seguros, positivos y orientados al éxito, logran promover fuertes vínculos con sus hijos.
Poseen además, expectativas claras, lo cual permite a los pequeños reconocerlas rápidamente. Es decir, hay reglas que cumplir y consecuencias por no hacerlo, pero los niños saben qué esperar y cuál es el comportamiento aceptable. Es más, participan del proceso de la creación de normas.
Gracias a esta forma de crianza, los niños suelen desarrollar el sentido de la responsabilidad personal. Crecerán para ser menos rígidos, pero capaces de cumplir con sus compromisos. Podrían ser más open-minded, tener un mayor autocontrol, tolerancia y conciencia moral, así como también lograrían adaptarse a los cambios y ser resistentes, detalla la doctora en psicología Jeanette Raymond, experta en relaciones familiares.
Permisivos. Estos padres suelen darles a sus hijos cierto margen para la exploración y el descubrimiento. Establecen pocas reglas y escasos castigos. La disciplina será, típicamente, autoimpuesta, especifica Durand-Horne. ¿Te identificas con ellos?
¿Qué niños engendraría? En principio, unos que verán a sus padres más como amigos que como figuras de autoridad. El estilo permisivo podría conducir a una falta de autoconfianza y de respeto por las normas, y hasta a problemas académicos, avisa la experta.
Indiferentes. En general, son padres que no se involucran en el bienestar físico y emocional de sus hijos. Suelen estar ausentes de casa e incluso dejarlos solos, por trabajo o motivos sociales. Siempre encontrarán formas de justificar su ausencia, para mantener su buena imagen, describe Gross.
¿El resultado? Probablemente, niños inseguros, que se sientan poco importantes, desvalorizados y unloved, alerta Raymond. Podría costarles establecer vínculos cercanos, acorazados contra la vulnerabilidad y llenos de vergüenza por su necesidad emocional que, durante tanto tiempo, debieron ocultar en consecuencia del desinterés de sus padres, concluye la especialista. ¡Como para tener en cuenta!