Cuando éramos niños todos tuvimos un momento en el que nos sentimos curiosos por lo paranormal. A algunos se nos queda el gusanito y otros preferimos seguir hablando con los vivos (aunque a veces esos dan más miedo). Pero aun así hay varios juegos para "hablar con los espíritus" que fueron muy comunes en nuestra infancia o adolescencia.
Verónica, ¿estás ahí?: así es como los mexicanos invocamos a los muertos

Estos rituales no sólo estuvieron presentes en los salones de clases y pijamadas de los niños mexicanos. En cada país hay versiones diferentes o cambian los nombres de los fantasmas invocados, pero en esencia son casi los mismos.
Así que no importa desde dónde nos leas, seguro conoces uno de estos 4 juegos populares para "invocar a los muertos":
Nótese que te los compartimos para que recuerdes tus locuras de niño, no para que te pongas a molestar a los muertos en tu hora de descanso.
#1 El libro

Este era uno de los más clásicos porque podías hacerlo cuando quisieras y sin mucha preparación. En este juego le hacías una pregunta en voz alta a un espíritu (¿a cuál? quién sabe), hojeabas rápido un libro que tuvieras cerca y ponías tu dedo en una página aleatoria. La frase que señalabas era la respuesta del fantasma.
Claro que había libros que hacían la dinámica más interesante, como una novela grande y compleja tipo Los hermanos Karamazov. Porque no ibas a obtener respuestas muy terroríficas con tu libro de lecturas de la SEP. Cuando ya te querías sentir acá bien ocultista, lo hacías con una Biblia. Ay, ay, ay.
#2 Recitar un nombre frente al espejo

Es probable que esta historia exista en cada rincón del universo, pero con un nombre diferente. Una de las primeras leyendas fue con la estadounidense Bloody Mary, pero en México muchos la conocimos como Verónica.
Resulta que por tal o cual razón una chica llamada Verónica falleció en un baño y puedes comunicarte con ella recitando su nombre tres veces frente un espejo mientras das tres vueltas. Después de eso, el fantasma de la Vero se manifestaba para darte un susto como para mojar los pantalones (lo bueno es que ya estabas en el baño).
Te invitamos a leer: ¿Existe una explicación científica de los fantasmas?
#3 Los lápices

Ya más para acá este rito se viralizó con el nombre de "Charlie, Charlie", pero existía desde mucho antes, sobre todo en Latinoamérica.
En una hoja de papel trazabas una cruz: en dos espacios escribías "sí" y en los otros dos "no". Encima de la cruz se colocaban dos lápices cruzados, uno encima del otro. Cuando le hacías una pregunta de sí o no al espíritu que estuviera rondando por ahí en ese momento, el uno de los lápices se movía y señalaba su respuesta.
¿El entre sobrenatural era quien movía el lápiz o eran las vibraciones de tu pupitre porque estabas temblando de miedo? Nunca lo sabremos. Y tal vez sea mejor así.
#4 Péndulo con aguja e hilo

Este último juego consistía en amarrar una aguja en un hilo y balancearla como un péndulo (igualito al que hacen para saber si el bebé nacerá niño o niña, casual). El objetivo era casi el mismo que con el de los lápices: preguntabas algo, si la respuesta era "sí", la aguja se movía en círculos; si era "no", la aguja se movía en línea recta.
Lo que sí es que cuando éramos pequeños preguntábamos puras cosas tipo: "¿Le gusto a Pablo?", "¿Voy a pasar el examen?" o "¿Mis calzones son blancos?". Bien por fantasma del cementerio indio sobre el que construyeron nuestras escuelas, cuánta paciencia.
¿Tú recuerdas algún otro ritual de fantasmas que jugaras de chico?
¡Cruz, cruz! ¡Que se vaya el diablo y venga Jesús!
Te recomendamos: ¿Las fotografías pueden capturar fantasmas?









