La «partícula de Dios», un nombre poético y casi místico.
Podría llevarnos a pensar en un concepto teológico, en el nombre de una canción o de una película de temas religiosos o en una noción discutida por personajes de un libro de Dan Brown, pero lo cierto es que se trata de un concepto vinculado a la compleja física de partículas.
La «partícula de Dios» es el nombre popular con el que se ha identificado al llamado bosón de Higgs, una partícula elemental propuesta en el modelo estándar de física de partículas.
El bosón de Higgs

Para explicar el bosón de Higgs hay que referirse al campo de Higgs, un campo cuántico de crucial importancia en la física de partículas.
De acuerdo a la hipótesis propuesta por el físico Peter Higgs en los 60, este campo permearía el universo entero y su efecto es que las partículas adquieran masa.
A diferencia de otros campos conocidos, por ejemplo el campo electromagnético, el campo de Higgs posee un valor constante diferente a cero en estado de vacío cuántico.
La existencia de este campo físico se convirtió en uno de los grandes problemas sin resolver en el modelo estándar de la física de partículas durante mucho tiempo, y la importancia de la hipótesis de Higgs fue lo que hizo que esta partícula elemental sea considerada «la más importante de la física de partículas».
Todo esto condujo a su popular apodo vinculado a la Providencia.
La presencia del campo de Higgs fue finalmente confirmada mediante una investigación experimental que se desarrolló por más de 40 años y que incluyó la construcción de una de las instalaciones más costosas y complejas, el Colisionador de Hadrones en el CERN.
El campo de Higgs permite explicar por qué algunas partículas fundamentales tienen masa, pese a que las simetrías que controlan sus interacciones sugieren que no deberían tenerla.
¿Por qué partícula de Dios?
El nombre «partícula de Dios» ha sido principalmente utilizado por fuera de la comunidad científica, por los medios y la cultura popular, pero muchos científicos e investigadores especializados en el tema creen que es inapropiado, sensacionalista y exagerado, o tal vez muchos simplemente desconfían de la intromisión religiosa en la ciencia.
El propio Higgs, que obtuvo el Premio Nobel de Física en 2013 por sus descubrimientos, se manifestó en contra de llamarle así porque podía llevar a la confusión y era «vergonzoso».
El origen del nombre «la partícula de Dios» es bastante divertido. El apodo fue acuñado por el físico ganador del Premio Nobel Leon Lederman, que en 1993 escribió un libro de divulgación científica precisamente titulado La partícula de Dios: si el universo es la respuesta, ¿cuál es la pregunta?
Lederman escribió este libro en parte como una respuesta al hecho de que el gobierno estadounidense había decidido no apoyar un proyecto para construir un acelerador de partículas precursor del Colisionador de Hadrones. El proyecto fue cancelado por falta de presupuesto.
Con su libro, el físico quería concientizar al público sobre la importancia de un proyecto de este tipo.
Su idea original, sin embargo, era que el libro llevara el título La partícula maldita ( The Goddamn Particle), pero su editor lo convenció de cambiarlo por La partícula de Dios ( The God Particle), que en inglés es casi una abreviación del otro título. Así lo explicó:
Lederman se refería al libro del Génesis, dado que después se ocupa de trazar una analogía entre la historia bíblica de la Torre de Babel, en la que un lenguaje primitivo común es fragmentado en diferentes lenguas y culturas, con el impacto que tendría la presencia del bosón de Higgs, su efecto en las simetrías del Big Bang, y el aparente caos de estructuras, partículas, fuerzas e interacciones que resultaron de éste y que moldearon nuestro universo.
- Ver también: «¿Qué es la teoría de cuerdas?»