En el mundo de la música, existen canciones que se han convertido en emblemas de nuestros grupos favoritos. Sin embargo, también existen casos en donde estas piezas simplemente son odiadas por sus creadores a tal punto que no quieren saber más de ellas.

Para todos aquellos que fueron niños o jóvenes en los años 90, seguro se sentirán identificados con estas imágenes. Son aquellas cosas que, aunque no tenían ninguna utilidad, nos gustaba coleccionar porque estaban de moda, todo mundo las tenía y se veían bien sobre una repisa o un juguetero.

Para las jóvenes de los 90 y principios de los años 2000, Fey se convirtió en un ícono no sólo de la música, también de la moda. Además de cantar todo el día “Tú mi complemento, mi media naranja” y aprendernos la coreografía de Azúcar amargo, las adolescentes adoptamos muchas de las prendas y accesorios que esta cantante usaba.

No caben dudas: todo aquel que haya crecido en Argentina entre los años 90 y 2000 tuvo una infancia marcada por la llegada de cosas que se aseguraron un lugar en nuestro corazón.

Muchas de las personas que crecimos en la década de los 90 recordamos con mucha nostalgia a 'La Nana Fine', la niñera más cool de Manhattan que nos acompañó todas las tardes tras regresar de la escuela y con quien moríamos de risa por sus ocurrencias.

Oh, los noventa. Esa época en la que conocimos a seis grandiosos amigos aprendiendo a ser adultos en Nueva York, la década en la que nos debatíamos si los de *NSYNC eran mejores que los Backstreet Boys (y cuál integrantes era nuestro favorito), cuando Leonardo DiCaprio nos robó el corazón por primera vez, cuando Rugrats nos animaba los fines de semana, cuando las plataformas se pusieron de moda y cuando por primera vez nos preocupamos por “alguien” más: nuestra Tamagotchi.