La moda es un ir y venir de tendencias pasadas. Nos reíamos de los ridículos pantalones oxford de nuestros padres, pero hace poco volvieron a ser la última moda entre las fashionistas de todo el mundo. Hasta los suéter de lana de nuestros abuelos fueron una parte indispensable de nuestros armarios (para mí siguen siendo, no hay nada más cómodo que un abrigo de abuelo).

La galleta de Groot, el vaso con una rosa de La Bella y la bestia y ahora las orejas de Minnie Mouse. Disneyland es el lugar más feliz de la tierra y también el hogar de los genios creadores de las tendencias más coloridas de Instagram.

Para las jóvenes de los 90 y principios de los años 2000, Fey se convirtió en un ícono no sólo de la música, también de la moda. Además de cantar todo el día “Tú mi complemento, mi media naranja” y aprendernos la coreografía de Azúcar amargo, las adolescentes adoptamos muchas de las prendas y accesorios que esta cantante usaba.

Los cowboys fueron la máxima expresión del hombre «macho» de Estados Unidos. Tipos como John Wayne y Clint Eastwood supieron ser los máximos exponentes de los westerns y así aprendimos a ver a los cowboys. Andaban por el árido oeste americano tomando alcohol como barriles sin fondo, con el revólver en una mano y una chica en otra y peleaban como si estuvieran hechos de piedra.

Hace un par de años las carteras de Michael Kors eran el accesorio indispensable en el armario de las mujeres. Antes de eso las de Louis Vuitton, con sus famosos motivos marrones y dorados (o la preciosa colaboración entre la marca y el artista japonés Takashi Murakami).

Los mejores accesorios son aquellos que puedes usar para cualquier ocasión y que no dependen necesariamente de una moda. Cosas como aros o collares de perlas se han convertido en básicos del clóset porque sirven para cualquier ocasión, desde la más informal, hasta la alfombra roja.