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La historia de Sebastián, el niño beisbolista que padece una rara enfermedad que le impide caminar, ver y comer
A pesar de que el impacto de la enfermedad ha puesto de cabeza a toda la familia, los afligidos padres dejan claro que no descansarán hasta encontrar una solución y un tratamiento en el extranjero para que su hijo no muera.
Sebastián Lagares, de 11 años, sueña con ser un beisbolista de las Grandes Ligas. Su familia está buscando ayuda para que el pequeño reciba un tratamiento médico por la grave enfermedad que sufre, la cual le afecta los músculos y los nervios.
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En tan solo 10 meses, la vida de una familia que tenía como centro a un niño inquieto con un talento innato para jugar béisbol, cambio de manera estrepitosa por una enfermedad.

Desde los cinco años, Sebastián Lagares mostró pasión y talento para el béisbol en su natal República Dominicana, haciendo que sus padres lo inscribieran en varias ligas para que se desarrollara como jugador de pelota.

Al poco tiempo, Sebastián se hizo fan de su compatriota, Fernando Tatis Jr., un estelar beisbolista de las Ligas Mayores, a tal grado que no quería ir a la peluquería para poder tener el cabello igual que su excéntrico ídolo.

Todo este contexto de felicidad terminó de tajo en julio del 2021, cuando Sebastián comenzó a tener problemas de la vista que fueron empeorando cada día más, hasta que unos especialistas de la isla lo diagnosticaron con, Adrenoleucodistrofia Metacromática, una rara enfermedad genética que afecta nervios y varios músculos.

“Ha sido el dolor más grande que he experimentado en la vida. Nunca creí que nos podía pasar a nosotros”, dice al borde del llanto su padre, Frank Lagares.

A partir de ese fatídico diagnóstico, la salud de Sebastián fue mermando a gran velocidad y, en menos de un año, el pequeño ya no puede hablar, ver, caminar y hasta tiene problemas graves para comer.

El impacto de la enfermedad hizo que toda la familia tuviera que mudarse hasta el municipio de Constanza, entre plantaciones agrícolas, donde han recibido el apoyo de seres queridos para tratar de juntar algo de dinero para encontrar a un especialista en el extranjero, al no encontrar medicamentos para tratar a su hijo dentro de su país.

“Ha sido muy difícil verlo acostado todo el tiempo, cuando era un niño inquieto que se desarrollaba normal. Simplemente no lo puedo aceptar”, dice afligida María Montero, madre de Sebastián, y única persona capaz de tranquilizarlo cuando no para de llorar.
