Nació con hidrocefalia y lo abandonaron sus padres, pero su abuela lucha por darle una mejor vida
Con 16 años cumplidos, Edgardo no ve, no escucha y no puede caminar a causa de su padecimiento. Por eso, su amorosa abuela ha dedicado su vida a cuidarlo, como si fuera un bebé, a pesar de vivir en pobreza. "No podía dejarlo solo", asegura.
En una humilde casa de Monterrey, México, una abuela ha forjado una historia de amor inconmensurable al negarse a abandonar a su nieto, a pesar de sus duras circunstancias de vida.
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Raquel Vargas pasa los días entregada a Edgardo, quien a pesar de tener 16 años, es cuidado por su abuela como si fuera un bebé, debido a su padecimiento que lo tiene atrapado en un frágil y pequeño cuerpo inerte.
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La mujer, sumida en la pobreza, cuenta que desde muy pequeño le detectaron a su nieto hidrocefalia, por lo que tuvo que hacerse cargo de él, sobre todo después de que su hijo y su nuera lo abandonaran al colapsar en el fatídico mundo de las drogas.
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A pesar de que el niño no escucha, no ve, no camina y tiene un retraso psicomotor, la mujer lo alimenta todos los días con todo el amor del mundo, el mismo que revirtió los pronósticos de los doctores, quienes le daban pocas esperanzas de vida.
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“Me acuerdo que duramos más de tres meses con él en el hospital y cuando salió del coma los doctores ahí me dijeron lo que tenía”, recuerda Raquel, quien no se dejó aplastar por los comentarios negativos de sus seres cercanos, quienes veían en Edgardo a un problema que no le correspondía.
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“Es una personita que me necesita y si le puedo dar una mejor calidad de vida, pues lo hago sin problema”, cuenta la mujer.
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Afortunadamente, el duro trabajo que conlleva cuidar a Edgardo es compartido con Wilfrido, su esposo, un hombre que también ha abandonado todo por cuidar al enfermo -a tal grado de perder su empleo-, a pesar de que no tiene un parentesco de sangre con él.
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Sin embargo, aunque no falta amor en esa casa, el dinero suele estar ausente. Por eso, cuando a Wilfrido le ofrecen un poco por barrer o por soldar, lo hace sin perder el tiempo, con tal de llevar lo necesario a su casa, incluidas las medicinas caras de Edgardo.
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Aunado a esa alternativa, una asociación hace todo lo posible para ayudar a Edgardo, aunque nunca es suficiente. “Nosotros apoyamos con lo más que podemos, pero no alcanza porque su necesidad es mucha”, dice María Elena Villarreal, de Ayudemos Con Sentido Social.
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Villarreal dice que algo con lo que mejoraría la vida de esta pobre familia es con una silla de ruedas que Edgardo necesita de manera urgente y que sus abuelos no han podido conseguir, por lo que han decidido recurrir de manera abierta a la buena voluntad de la ciudadanía para poder obtenerla.
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Mientras esperan que la vida les dé una mejor realidad, esta familia que tiene muchísimas necesidades, asegura que el primer paso para poder salir adelante es el amor, y eso, es lo que sobrará siempre.