La pequeña Miah Cerrillo se untó sangre de una de las víctimas durante el tiroteo en la escuela primaria en Uvalde, Texas, para que el atacante la creyera muerta y no le disparara. "Todavía está muy asustada. Dice que por todo lado hubo balazos", cuenta Dominga, abuela de la menor, quien cree que el caso de su nieta es un milagro y una oportunidad que Dios le regaló. "Tanto niño que mató y ni a ella ni a otro compañero les pasó nada", dice la mujer.
Sigue aquí nuestra cobertura sobre el tiroteo en una escuela primaria en Texas.