Tras la caída de un avión de la Fuerza Aérea de Uruguay en la cordillera de Los Andes con 40 pasajeros y cinco tripulantes, los sobrevivientes tuvieron que enfrentar las bajas temperaturas y luego el hambre tras haber agotado las pocas provisiones que tenían. Pedro Algorta cuenta cómo llegaron a la conclusión de que debían hacer lo impensable, alimentarse de sus amigos muertos.
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