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Madre que escuchó cómo asesinaban a su hijo se dedica a concientizar sobre la donación de órganos

A Stefano Betancourt lo mataron para robarle el auto. Seis meses antes cuando sacó su primera licencia de conducir, el joven de 17 años se había registrado como donante de órganos. Después de su muerte su madre se ha dedicado a promover la donación de órganos y a conocer a quienes llevan consigo parte de su hijo.

Video Una madre escucha por teléfono cómo asesinan a su hijo de 17 años para robarle el auto

Zorimar Betancourt estaba al teléfono con su hijo Stefano cuando lo mataron. Era junio de 2012 y ellos regresaban a casa luego de una fiesta familiar, cada uno conduciendo un auto, pero a él lo comenzaron a golpear por detrás para robarle el suyo. El adolescente de 17 años llamó a su madre aterrado, alcanzó a darle la descripción del carro que lo embestía, el color, la matrícula. Después, su madre escuchó su último suspiro.

Cuando se cortó la llamada, Zorimar aceleró. Unos metros más adelante estaba el auto de su hijo, el interior completamente ensangrentado. Stefano Steenbacker había recibido un balazo en la cabeza. Su madre recuerda la sensación que tuvo al abrazarlo: “Es como si estuviera uno agarrando y sintiera como un huevo, mitad de un huevo. Y yo dije 'pues esa es la bala'. Pero en verdad no lo era, eran los huesos de él que ya habían traspasado la bala”.

Stefano Steenbacker.
Stefano Steenbacker.
Imagen Cortesía.


En el hospital le anunciaron que su hijo tenía muerte cerebral. Acto seguido le dieron otra noticia inesperada: su hijo se había registrado como donante de órganos seis meses antes, al sacar su primera licencia de conducir. Cuando estaba a punto de firmar los papeles del trasplante, Zorimar recibió una llamada que le sembró la duda: “¿Tú estás segura de que no están matando a tu hijo para robarle los órganos o para venderlos?”, le dijeron del otro lado de la línea.

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Según el doctor Regino González Peralta, especialista en trasplante pediátrico del Hospital Advent Health de Orlando, una de las causas que provocan que los hispanos estén entre los grupos poblacionales que menos está dispuesto a participar como donante de órganos es el mito de que “si yo soy donante o estoy inscrito como donante, cuando llegue al hospital y llegue de un accidente, herido o enfermo, capaz que me dejen morir”.

Aun así ella decidió respetar la voluntad de Stefano. “Si él no la hubiese tomado, yo no sé si en ese momento con lo que estaba pasando yo hubiese tomado esa decisión”, reconoció. Los órganos y tejidos de Stefano volaron a diferentes partes de EEUU. El corazón lo recibió en Miami un músico, un pulmón llegó a Nueva York. El riñón y el páncreas se quedaron en Puerto Rico. El hígado conoció a su nuevo recipiente en Orlando.

Video Esta hispana ha dedicado su vida a conocer a quienes hoy viven gracias a los órganos de su hijo

La policía rastreó el vehículo que había chocado el carro de Stefano y detuvo a Alexis Amador Huggins, de 24 años y a John Morales, de 19 años de edad. En el juicio Zorimar tuvo que servir de testigo frente a la persona que había matado a su hijo y su abogado. “Fueron dos semanas intensas”, rememora. Por decisión unánime el jurado halló a ambos sujetos culpables: Huggins fue condenado a cadena perpetua; Amador recibió una sentencia de 30 años.

Desde la muerte de Stefano, Zorimar había decidido que quería conocer a las personas que llevaban dentro de sí partes de su hijo. Apenas el 5% de los pacientes que reciben trasplantes logran conocer a las familias de los donantes. Los estadounidenses pueden ponerse en contacto con Lifelink, la organización que conecta los órganos y los posibles recipientes y realizar una solicitud para que receptor y familiares del donante puedan conocerse. Es el receptor quien decide si se realiza o no la reunión.

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Amigos íntimos

El mismo año del asesinato de su hijo, Zorimar llegó a la casa de Camilo Valencia, el músico que llevaba en su pecho el corazón de Stefano. Desde entonces se han vuelto amigos íntimos y cuando años más tarde a ella le anunciaron que tenía cáncer de seno él se convirtió en su mayor apoyo y le abrió las puertas de su hogar en Miami durante todo el tiempo que duraron las quimioterapias y el tratamiento contra el cáncer.

En julio de 2015, Zorimar se encontró con Joanne Luliucci, una residente de Nueva York que recibió el pulmón izquierdo de Stefano. En el caso de Joanne y Zorimar ambas habían escrito a Lifelink manifestando su interés por el encuentro. Han pasado los años y el cuerpo de Joanne ha comenzado a rechazar el trasplante; sin embargo, ella insiste en que no quiere otro. Se siente ligada al pulmón de Stefano y Zorimar hace todo lo posible por apoyarla.

También en 2015 Zorimar conoció a Edwin Díaz Rosado, quien, como ella, vive en Puerto Rico. Él recibió un riñón y el páncreas del joven. “Yo le agradezco infinitamente cada hora de mi vida, cada minuto tener los órganos de Stefano. No puedo decir que me alegro porque el costo fue astronómico. Eso envuelve el que él ya no esté, el que su madre ya no lo tenga a él. Cuando conoció a Zorimar, Edwin le prometió que su primer nieto varón se llamaría como su hijo. Hoy, completamente recuperado, Edwin pasea las calles de Ponce, una ciudad portuaria al suroeste de la isla, de la mano del pequeño Stefano.

Video Después de recibir el corazón de un joven, este músico ayudó a la madre de su donante a salvar su propia vida

A Zorimar aún le queda por conocer a la persona que lleva el hígado de su hijo. Sabe que es un hombre que vive en Orlando, pero las leyes le impiden ponerse directamente en contacto con él si él no lo desea. Ella lleva años escribiéndole cartas a través de Lifelink pero, hasta ahora, él no ha contestado ninguna. Sin embargo, ella no se da por vencida:“Quisiera algún día poderlo abrazar, solamente para ver que está bien”.

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Todos describen a Stefano Steenbacker como un joven lleno de sueños, que quería cambiar el mundo. Desde su fallecimiento, su madre se ha dedicado a concientizar sobre la importancia de la donación de órganos y para ello ha creado la Fundación que lleva el nombre de su hijo. A quienes llevan dentro de sí partes de Stefano Zorimar les asegura que “ese era su día” y que él “venía con un mensaje, y el mensaje es más grande que todos nosotros juntos, el mensaje es de donar vida; pero, también, que nos toca dejar una huella.”

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