"¿Que si lloramos? Claro que lloramos”: los testimonios de enfermeros que luchan contra el virus

Con equipos de protección insuficientes y teniendo que limpiar máscaras N95 para volverlas a utilizar, estos enfermeros se apegan a su vocación para no abandonar la lucha contra el coronavirus en la que no cuentan con las armas apropiadas.

Cynthia Riemer, enfermera de la sala de emergencia del Hospital de la Universidad de Illinois, fotografiada frente a esa instalación de Chicago el 6 de abril del 2020. En plena pandemia de COVID-19, Riemer se pregunta si estudió enfermería "para ser una heroína". (AP Photo/Teresa Crawford)
Cynthia Riemer, enfermera de la sala de emergencia del Hospital de la Universidad de Illinois, fotografiada frente a esa instalación de Chicago el 6 de abril del 2020. En plena pandemia de COVID-19, Riemer se pregunta si estudió enfermería "para ser una heroína". (AP Photo/Teresa Crawford)
Imagen Teresa Crawford/AP

Desde hace algunas semanas, diversos hospitales y clínicas en Estados Unidos han estado luchando para mantenerse a flote, mientras van sorteando la escasez de equipo protector personal, incluidas las máscaras N95 que frenan el 95% de las partículas que hay en el aire. Si bien dichas mascarillas solo sirven unas cuantas veces, ante la falta de un stock suficiente se le ha pedido a enfermeros y doctores que las limpien para volverlas a usar.

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Enfundada en un delantal amarillo que le dio el hospital, fundas para los pies, una máscara N95 y una de soldador, Cynthia Reimer, enfermera de la sala de emergencia del Hospital de la Universidad de Illinois, ve cómo los paramédicos llegan a la sala de emergencia con otro paciente contagiado de coronavirus en estado crítico; siente fluir la adrenalina. “Se te acelera el corazón”, relata, mientas piensa que necesitan entubarlo de forma rápida y segura, porque si no lo hacen en los próximos cinco minutos, puede dejar de respirar.

Riemer, de 41 años, se hizo enfermera junto a otras amigos para ayudar a los que sufren, para salvar vidas. Con el miedo constante a flor de piel, sorteando la falta de insumos, metida en salas de emergencia llenas y consciente que una enfermera de Nueva Orleans, casi de su edad, falleció por coronavirus hace unos días, se pregunta: “¿Me comprometí a ser una heroína?”.

Un enfermero de Baltimore, que pidió permanecer en el anonimato por miedo a represalias de sus superiores, pensó en dejar su trabajo después de leer un informe científico el que se aseguraba que el virus también se puede propagar en diminutas partículas aerosolizadas. Con sus cuatro hijos en la mente, tiene claro que “muy pocos de nosotros nos metimos en esto para ser héroes”.

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Cynda Rushton, profesora de enfermería y bioética de la Universidad John Hopkins, precisó que esta pandemia ha hecho que todos los días surjan nuevos interrogantes y los enfermeros deben decidir hasta qué punto están dispuestos a sacrificarse. “¿Quién soy? ¿En qué creo? ¿Cómo conservar la integridad en medio de este caos?” “¿Qué hago para poder verme al espejo al final del día?”, son los cuestionamientos, dijo.

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Este proceso lo está viviendo Amber Weber, enfermera del Centro Médico Luterano de Wheat Ridge en Colorado. A sus 38 años y con dos hijos pequeños, acepta tener muchas dudas después de recibir entrenamiento para lidiar con pacientes con coronavirus. “Más de uno en mi familia me dijo que deje esto, que no se justifica el riesgo”, dice. Pero Weber decidió seguir “porque no me hice enfermera para abandonar cuando más me necesitan mis pacientes u otros miembros del personal".


En Baltimore, Katharine Billipp, enfermera facultativa -autorizada a recetar medicinas- del Health Care for the Homeless (Centro de Salud para Indigentes) trabaja con infectados que viven en albergues, edificios abandonados y carpas.

Billipp lamenta que todo el sector de salud “estemos en el frente del combate sin el equipo apropiado y siendo posibles transmisores de la enfermedad”. Sin embargo, con la vocación por delante, dice que no es una opción abandonar. “¿Qué si lloramos? Claro que lloramos”, expresó. “Nos irritamos, nos frustramos. Pero la mayoría de nosotras no va a ceder”.