El pasado mes de diciembre el presidente Trump decidió reducir en un 85% el Monumento Nacional Bears Ears, ubicado en Utah, una medida que abrió la puerta a la explotación de esas tierras por medio de actividades como la extracción de petróleo y gas, la minería o la tala, así como a la construcción y el desarrollo comercial.
El hallazgo de 'lagartos prehistóricos' en Utah evidencia por qué desproteger Bears Ears es una mala idea
Por decisión del presidente Trump, desde diciembre del 2017, las ‘tierras sagradas’ donde se produjo el descubrimiento ya no son área protegida.

Menos de dos meses después, un reporte de científicos muestra este febrero en un congreso mundial lo que tal vez sea el mayor descubrimiento del mundo de fósiles de llamado Triásico y con ello, una nueva evidencia científica del por qué desproteger la zona es una muy mala idea.
El Triásico es un periodo geológico de los que se extiende desde hace aproximadamente 251 millones de años hasta hace 199 millones de años. Tanto el principio como el final de este periodo están marcados por importantes eventos de extinción: la extinción masiva del Pérmico-Triásico y la del Triásico-Jurásico, en la cual, desaparecen el 20% de los animales marinos, la mayoría de los géneros de reptiles y los grandes anfibios, mientras tanto, los dinosaurios se vieron beneficiados de esta extinción y siguieron con su expansión del dominio sobre la Tierra.
"Es extremadamente raro encontrar cráneos fósiles intactos de especímenes de este período", dijo el paleontólogo Rob Gay acerca de los tres fósiles con dientes largos y hocico que están siendo examinados actualmente en el sitio de descubrimiento de dinosaurios St. George en Johnson Farm.
Hasta el momento, lo que los expertos encontraron son fósiles o cráneos de tres reptiles con dientes y hocico largo (que han sido descritos en la antigüedad como fitosaurios). Aunque estos tienen un parecido sorprendente con los cocodrilos modernos no lo son, se cree, por sus mandíbulas, que eran unos poderosos depredadores.
El descubrimiento fue anunciado por Gay en la Conferencia anual de la Asociación de Paleontólogos de Vertebrados (WAVP, por sus siglas en inglés). El ha estado excavando el sitio desde 2016.
Según el paleontólogo, si bien la especie había sido descrita, esta sería una oportunidad única para analizar especímenes enteros e intactos “e incluso posiblemente nuevas especies de vertebrados". Gay asegura que, desde el Desierto Rojo de Utah, este es un llamado a proteger nuestras tierras públicas.
"Dentro de la comunidad de paleontología, el tamaño de este sitio y el número potencialmente grande de especímenes enterrados allí representan una oportunidad extraordinaria para ampliar nuestro conocimiento de las especies que vivieron durante el período Triásico", coincide Tracy Thomson, coordinadora de la Asociación Occidental de Vertebrados.
“Este monumental descubrimiento de fósiles es un recordatorio de lo que podemos perder cuando se desmantelan las protecciones y el apoyo a las tierras públicas. El saqueo, la extracción de petróleo y gas y la pérdida de fondos esenciales para la investigación son solo algunas de las posibles consecuencias que enfrentan los investigadores en Bears Ears y otros sitios anteriormente protegidos”, aseguran los investigadores.
Bears Ears es un territorio considerado sagrado para cinco naciones indígenas y dentro de los márgenes originales del monumento se cuentan unos 100,000 sitios arqueológicos.
Asalto a soberanía de pueblos nativos
Durante casi una década, Hopi, Navajo, Ute Mountain Ute, Ute Indian Tribe y Pueblo of Zuni habían pedido la protección como monumento nacional del área de Bears Ears: 1.9 millones de acres de cañones y mesetas de roca roja en la esquina sureste de Utah. El mapa del parque se hizo con base en el conocimiento tradicional, honrando la naturaleza sagrada de Bears Ears, dos mesetas bordeadas con juníperos venerados por grupos nativos.
En estas tierras sagradas están enterrados los huesos de sus antepasados, allí se encuentra su medicina y se recolectan sus plantas nativas. Es también allí donde se llevan a cabo muchas de sus ceremonias.
No es raro, entonces, que los grupos ambientalistas locales y nacionales se convirtieron en aliados de la iniciativa de crear un nuevo monumento nacional en el remoto desierto de rocas rojas del sur de Utah.
Como resultado de ese esfuerzo, el 28 de diciembre de 2016, el expresidente Barack Obama firmó una proclama que establece el Monumento Nacional Bears Ears de 1.35 millones de acres. Durante la formulación del sitio, las comunidades nativas celebraron que esta era la primera vez en la historia de los Estados Unidos que la ciencia occidental aceptaba unirse al conocimiento tradicional en un acuerdo de gestión cooperativa entre las agencias federales y los Pueblos Originarios.
Pero la alegría no duró lo que se esperaba. Solo cuatro meses después, el presidente Trump firmó una orden ejecutiva que le pedía al secretario del Interior Zinke revisar todos los monumentos nacionales de más de 100,000 acres que se habían establecido entre 1996 y 2016. Y de los 27 monumentos que cumplían con ese criterio, seis fueron considerados como ‘demasiado grandes’. El secretario Zinke sugirió entonces, realizar dramáticas reducciones, entre ellos, a Bears Ears.
El 4 de diciembre de 2017, en la rotonda del Capitolio del Estado de Utah, el presidente Trump firmó una nueva proclama para encoger el Monumento Nacional Bears Ears en un 85%.
"Lo que había sido un homenaje a los reclamos de los pueblos indígenas como naciones soberanas se ha convertido en un mercado abierto para reclamos corporativos para el desarrollo de combustibles fósiles”, opina Natalie Landreth, abogada del Native American Rights Fund.

























