Los vecinos de origen mexicano plantan sobre todo pápalos y chiles, los de China melón amargo y frijoles de carita, y los afroamericanos tomates y coles. Son conocidos los impactos positivos de los huertos urbanos para llevar algo de naturaleza al paisaje de cemento de las ciudades. Pero, ¿cómo cambian estas plantaciones en función del tipo de población que los cultiva? Esto es justamente lo que han estudiado en Chicago investigadores de la Universidad Chatham de Pittsburgh y de la de Illinois, que han inventariado y analizado huertos urbanos de tres grupos étnicos distintos de EEUU: de origen mexicano, chino y afroamericanos.
Cómo la cultura mexicana cambia los huertos urbanos de Chicago
Investigadores analizan las diferencias de los cultivos de esta ciudad según el grupo étnico. Los huertos de vecinos de origen mexicano destacan por su variedad de chiles y hierbas culinarias.


“Los huertos tienen múltiples beneficios sociales, culturales y ecológicos en la ciudad”, comenta John Taylor, profesor de Agroecología Sustentable de la Universidad Chatham, que incide en cómo estos cultivos no solo aumentan la diversidad de plantas y animales en los barrios, sino que resultan también muy importantes en la vida de estas comunidades. “Para los inmigrantes de origen mexicano de este estudio los huertos suponen también un recuerdo de su hogar”, subraya.
El trabajo científico ha analizado los huertos de 59 vecinos de Chicago (23 de origen chino, 19 mexicano y 17 afroamericanos). Para ello, los investigadores se han entrevistado con ellos y se han ido a ver los cultivos. Como se especifica en el estudio, los huertos de los jardines delanteros suele ser un reflejo de una clase social, pero los de patio trasero que no está tan la vista muestran mejor las preferencias de los habitantes. Algunos de los vecinos eran propietarios de esos terrenos (en especial en las comunidades afroamericanas), pero otros lo tenían alquilado o en préstamo.
Con una superficie de 234 millas cuadradas (606 km2), Chicago es la tercera ciudad más poblada de EEUU y la segunda con mayor población mexicana. En el caso de esta comunidad, el profesor de Agroecología destaca las múltiples formas en las que los vecinos de origen mexicano encuentran espacio para plantar, en los jardines delanteros, junto a las vayas e incluso en macetas… y como comparten ese espacio entre familias.
En total, los investigadores han identificado 123 tipos de plantas comestibles, incluyendo 17 variedades de frutas, 27 de hierbas culinarias y 79 de vegetales. Por poblaciones, los huertos con mayor diversidad son los de vecinos afroamericanos, seguidos por los de origen chino y luego los de México. A la vez, estos últimos cuentan con más árboles frutales, que también tienen un especial papel para crear sombras.
En el caso concreto de los huertos de comunidades mexicanas, las investigadores han identificado sobre todo pápalos (19%), chiles (12.7%), pepinos (11.6%), tomates (10.8%) y zapallos (6.8%). Estas son las cinco especies más abundantes plantadas por esta comunidad. Sin embargo, igual de interesantes resultan las variedades más raras que solo se han encontrado en algunos huertos, como chipilín ( C. Longirostrata), epazote ( Dysphania ambrosioides), pichueca (Jaltomata sp.), hierba santa ( P. linaria) o maíz tropical ( Zea mays mays).
Según explica Taylor, lo más interesante de los cultivos de vecinos de origen mexicano es “su gran variedad de chiles y las hierbas culinarias tan diferentes que no se pueden encontrar en los huertos de ningún otro grupo en Chicago”.
Todo esto tiene permite mantener los hábitos alimentarios de estas comunidades y tiene mucho que ver con su identidad cultural, pero también influye en el paisaje de la ciudad. “El maíz tropical es un elemento muy distintivo pues puede crecer más de 10 pies (3 metros) en Chicago; en consecuencia a menudo es visible desde las calles y aceras”, señala el investigador.
Estos huertos también suministran alimentos e incluso pueden supone una fuente de ingresos, como es el caso de unos participantes en el estudio de origen mexicano que vendían pápalos. Asimismo, también fomentan las relaciones entre los vecinos, sean o no de la misma comunidad étnica, lo que no deja de ser otra forma de hacer más habitable la ciudad. “Uno de los jardineros de origen mexicano cultivaba frijoles de semillas provistas por un vecino de origen chino y un jardinero chino compartía comida de su huerto con su vecina mexicana”, destaca Taylor, que incide en como los huertos forman un mosaico de culturas.




