La decisión de cerrar la embajada estadounidense es triste, especialmente para los ciudadanos estadounidenses que viven en Venezuela. Pero ya se han disparado todas las alarmas que una embajada debe tener en cuenta cuando determina los niveles de dotación de personal, la seguridad y la protección.
Estados Unidos no tuvo más remedio que cerrar su embajada en Venezuela
“Eso no significa que se haya agotado la vía de la diplomacia. La administración Trump necesita mantener el rumbo con un enfoque multilateral, combinado con sanciones y apoyo al presidente legítimo de Venezuela y la democracia que representa. Y tenemos que olvidarnos de jugar juegos mentales con Maduro”.


Aunque es probable que el agua y el gas para los generadores en el complejo sean suficientes, las comunicaciones –mediante teléfono celular, radio y textos–, se han degradado seriamente.
El gobierno de Maduro ha llamado a sus conocidos "colectivos"(bandas de motociclistas armados) a las calles, lo cual hace que movilizarse sea mucho más peligroso. La calidad de la atención sanitaria en Caracas ha disminuido bruscamente al faltar la electricidad. Los brotes de cólera y otras enfermedades transmitidas por el agua y la falta de higiene son solo una cuestión de tiempo, pues las personas beben de las alcantarillas abiertas.
Finalmente, aunque el compromiso de Estados Unidos con el legítimo presidente interino, Juan Guaidó, permanece inquebrantable, él solo puede ofrecer inmunidades y privilegios simbólicos para evitar que los diplomáticos estadounidenses vayan a la cárcel o estén protegidos físicamente en su embajada. El régimen de factode Maduro es la única entidad que puede brindar razonablemente esa protección esencial para que continúe el trabajo diplomático. Y les están pagando a criminales recientemente liberados para que recorran las calles y aterroricen a la población. No son exactamente el tipo de personas que se rigen por las garantías de la Convención de Viena.
Así que se tomó la lamentable, pero comprensible, decisión de cerrar la embajada. Hasta ahí, todo marchaba bien y de forma responsable.
Pero el secretario de Estado Mike Pompeo lo echó a perder al referirse ambiguamente en Twitter a la presencia de nuestros diplomáticos como una “restricción a la política de Estados Unidos”, lo cual desató la especulación inmediata de que Estados Unidos se está preparando para invadir.
Pero no es así.
No hay una unidad de planificación de invasiones en el Comando Sur, el cuartel militar de Estados Unidos para América Latina con sede en Miami. Cuando bromistas de la radio rusa le tomaron el pelo la semana pasada al emisario especial para Venezuela, Elliot Abrams, éste dijo que Estados Unidos no está optando por esa vía. El propio Guaidó dijo hace dos días que una invasión sería un “retroceso”.
Entonces, ¿por qué el Secretario de Estado publicó deliberadamente un tuit tan confuso?
Mi opinión: Es producto del espionaje amateur impulsado por una mentalidad propia de la Guerra Fría de Estados Unidos contra el comunismo de Rusia y Cuba. Las décadas de militancia anticubana de funcionarios estadounidenses como Abrams, así como el Asesor de Seguridad Nacional John Bolton y su asistente Mauricio Claver-Carone, han creado una mentalidad en la cual “jugar con la mente del enemigo” es una táctica muy apreciada, principalmente como premio de consolación porque los esfuerzos estadounidenses por fomentar un cambio mediante el aislamiento diplomático fracasaron estrepitosamente en su intento por derrocar a los Castro o engendrar la democracia en la isla.
Así que muchos se anotaron 'puntos' y chocaron los cinco en toda la oficina cuando el Departamento de Estado de Estados Unidos y las agencias de inteligencia confundieron a los funcionarios cubanos; cuando fuimos tan listos que les dimos pistas que los lanzaron por el camino equivocado; o cuando importamos pieza por pieza el teletipo de noticias de Reuters y lo pusimos en la azotea del edificio de la sección de intereses de Estados Unidos en La Habana ... hasta que Fidel Castro lo bloqueó con un mar de astas de bandera para que ningún cubano lo leyera.
Es esta actitud pueril de mentalidad de ‘al menos vamos a joderlos si no podemos sacarlos por la fuerza’ que se desarrolló hasta impregnar las reflexiones sobre el régimen de Castro, y ahora veo que se está extendiendo a la arena de Venezuela. Ejemplo: El cursi bloc de notas amarillo de Bolton donde había escrito “5,000 soldados a Colombia”. No engañó a nadie.
La administración Trump continúa aplicando una política pragmáticamente sana con el fin de hacer lo correcto en Venezuela, es decir, un enfoque diplomático multilateral, apoyo a los demócratas venezolanos genuinos, sanciones económicas y un enfoque en la asistencia humanitaria. Pero el amateurismo fétido de sus mensajes, con sus transparentes tácticas de intimidación, corre el riesgo de socavar su buen trabajo, pues los altos funcionarios se enfrascan en contraproducentes juegos de desinformación con Maduro y su régimen.
Además, en un momento en que entre el 60% y el 80% de los afligidos venezolanos apoyan una invasión armada para acabar con su miseria mediante el derrocamiento de Maduro, es cruel jugar con su desesperación insinuando algo que no se pretende hacer.
Nota final: Les doy gracias a nuestros diplomáticos profesionales encabezados por el encargado de negocios Jimmy Story por mantener la bandera estadounidense ondeando durante tanto tiempo. Mi más sincero deseo es que pronto los lleve de regreso a Caracas para volver a abrir nuestra embajada en una Venezuela libre de la dictadura.
Nota: La presente pieza fue seleccionada para publicación en nuestra sección de opinión como una contribución al debate público. La(s) visión(es) expresadas allí pertenecen exclusivamente a su(s) autor(es). Este contenido no representa la visión de Univision Noticias o la de su línea editorial.







