El 6 de enero de 2021 ha sido el día más largo y tenebroso en la historia política moderna de Estados Unidos. Fue la ocasión en que el entonces presidente Donald Trump y sus principales secuaces intentaron un golpe de Estado que no ha terminado. Hordas de facinerosos manipuladas por ellos atacaron el Capitolio, provocando cinco muertos y decenas de heridos. Investigaciones subsecuentes demuestran que planearon el ataque a conciencia. Pero lo más grave es que ese ataque continúa con un burdo revisionismo histórico de lo que sucedió, un vasto repertorio de leyes estatales antidemocráticas, el reemplazo de íntegros funcionarios electorales republicanos – que rechazaron el golpe - por incondicionales de los golpistas y la impunidad de la mayoría de los asaltantes y sus cabecillas, incluyendo Trump.
A un año del asalto al Capitolio, el asedio a nuestra democracia continúa
"La facción que en la actualidad domina el Partido Republicano se dedica a socavar nuestra democracia. Ha planteado centenares de leyes estatales y adoptado 36 para restringir el voto de las minorías afroamericana e hispana y de los jóvenes. Ha repudiado a miembros de su propio partido que por dignidad y civismo se negaron a hacer el peligroso juego antidemocrático".


Con su comportamiento antidemocrático, los golpistas nos han dejado claro que están dispuestos y deseosos de asaltar el poder a las malas otra vez. La cuestión es qué vamos a hacer – qué estamos haciendo – los demás estadounidenses para impedirlo. Entre ellos estamos millones que escapamos del despotismo y la corrupción en nuestros países de origen para ampararnos en la democracia más antigua del planeta a la que, hasta la era de Trump, creíamos también la más estable e invulnerable.
La democracia de Estados Unidos ya no es ni lo uno ni lo otro. Por primera vez en décadas corre peligro por cuenta de sus tenaces enemigos internos. Pero si ellos pueden mostrar tenacidad en sus siniestros propósitos, nosotros – demócratas, republicanos, independientes - también podemos y debemos mostrarla en la defensa de nuestra democracia.
El primer paso para hacerlo es rechazar la normalización de la retórica, las aspiraciones y los métodos antidemocráticos. Negarnos a aceptar la falsa narrativa de que nada pasó el seis de enero de 2021. O de que apenas se trató de una mera “visita turística normal”, como cínicamente dijera el representante republicano de Georgia, Andrew Clyde, el pasado 11 de mayo.
La facción que en la actualidad domina el Partido Republicano se dedica a socavar nuestra democracia. Ha planteado centenares de leyes estatales y adoptado 36 para restringir el voto de las minorías afroamericana e hispana y de los jóvenes. Ha repudiado a miembros de su propio partido que por dignidad y civismo se negaron a hacer el peligroso juego antidemocrático. Ha escogido candidatos y portavoces moralmente corruptos que se caracterizan por su sumisión al trumpismo y su aceptación de la fábula oportunista de que solo por fraude Trump perdió y Joe Biden ganó en noviembre de 2020.
También ha creado medios propagandísticos para promover su agenda autoritaria y presiona a otros medios para que miren a otro lado. Y ha adoptado como principal estrategia política la oposición sistemática a lo que proponen sus rivales demócratas, aunque se trate de propuestas para frenar la pandemia de coronavirus, a la que tratan como una aliada. Basta prestar atención a cómo le restan importancia en sus discursos y mensajes en las redes.
Los republicanos descarriados están ansiosos por hacer estallar nuestra democracia y convivencia pacífica en mil pedazos. Quieren pescar en río revuelto. Y no escatiman recursos para lograrlo. Algunos incluso amenazan a políticos y periodistas que exponen sus bribonadas. Y piden represalias y hasta armas para acallarnos.
Los estadounidenses que aún valoramos nuestra democracia podemos resignarnos a perderla o luchar para defenderla. Por fortuna, abundan los recursos para su defensa. En la primera línea se hallan las comisiones bipartidistas del Congreso que investigan el asalto al Capitolio desde hace casi un año. Su deber es pisar el acelerador en 2022. Desenmascarar a los principales responsables. Y tomar medidas para fortalecer nuestra debilitada democracia. Entre esas medidas debería figurar, de forma prominente, la adopción de la “John L. Lewis Voting Rights Advancement Act”. Esta legislación protegería el derecho al voto que han minado republicanos descarriados en diversos estados, sobre todo en aquellos en los que suelen decidirse las elecciones presidenciales.
El Departamento de Justicia a su vez debería agilizar el proceso contra los insurrectos. Solo 151 de 727 encausados han sido convictos o han confesado su culpabilidad. Pero entre ellos no figuran Trump, su abogado personal Rudolph Giuliani ni el representante republicano Mo Brooks, de Alabama. Los tres incitaron públicamente al violento asalto.
Pero a la primera línea de defensa también deberíamos sumarnos todos los estadounidenses que apreciamos la democracia. Una forma de hacerlo es participar activamente en los asuntos públicos de nuestras comunidades, ciudades, estados. Votar de la manera más informada posible, esforzándonos por distinguir entre candidatos que invocan teorías conspirativas para manipular nuestras pasiones y candidatos que se guían por la realidad y los hechos y apelan a nuestro raciocinio.
En esta lucha por la democracia sufrirán muchas personas inocentes. Serán víctimas de abusos de poder, amenazas, calumnias y teorías conspirativas. Algunas perderán sus cargos públicos, posiciones de liderazgo o simples empleos. Pero solo quienes defiendan con coherencia los valores democráticos saldrán con la conciencia limpia. Entonces podrán decirles a sus descendientes y a sus futuros compatriotas: “En la medida de mis posibilidades, yo cumplí con mi deber cívico en uno de los momentos más difíciles de nuestra República”.
Nota: La presente pieza fue seleccionada para publicación en nuestra sección de opinión como una contribución al debate público. La(s) visión(es) expresadas allí pertenecen exclusivamente a su(s) autor(es) y/o a la(s) organización(es) que representan. Este contenido no representa la visión de Univision Noticias o la de su línea editorial.







