Las campañas políticas parecen dominar nuestras vidas. Las contiendas primarias ya llevan largos meses y ahora se convierten en concursos electorales extendidos que reciben cobertura de los medios de prensa más como telenovelas y no como lo que son: asuntos de suma importancia para la nación. Nos encontramos a favor o en contra de candidatos que son pintados como héroes o villanos –a menudo sin una buena razón– sin enfocarnos en las estrategias que plantean o sus políticas.
Ahora es más crucial que nunca ir al grano de los hechos y las propuestas de los candidatos
“Si queremos fortalecer nuestra comunidad, tenemos que mirar a los que van a acabar con las políticas fallidas, a detener el gasto irresponsable, a defender nuestra constitución y a garantizar la igualdad de oportunidades para todos”.

Pero el tiempo pasa y la telenovela termina; y, en vez de animar a un equipo, tenemos que vivir con los resultados. Uno de los candidatos gana y asume el cargo por dos, o cuatro, o seis años. En lugar de disfrutar de la telenovela, nos encontramos esperando y rezando para que un candidato a cuyas opiniones le prestamos poca atención, entienda realmente la manera de promover las oportunidades económicas o mejorar las escuelas, o nuestro sistema de salud.
A la altura de la campaña –cuando el comentario político es más frenético, y la gente solo está pensando en qué candidato le cae mejor– ahí es cuando es más crucial que nunca ir al grano de los hechos y las propuestas, porque eso es lo que nos queda años después de que las campañas terminan.
En el pasado, nuestra comunidad entregó un justo y tremendo énfasis en la hazaña por elegir a más latinos a cargos oficiales en todos los niveles. Incluso en ciudades y estados en los que los latinos constituyen la mayoría de la población, ha parecido que los funcionarios latinos han sido difíciles de encontrar. No es extraño que cuando los primeros candidatos hispanos con credibilidad se postularon como candidatos y pidieron apoyo, lo recibieron de una comunidad latina con ganas de ver el equilibrio en nuestra representación.
Y ha habido avances. Y aunque solo seis latinos han sido electos al Senado de Estados Unidos en nuestra historia, es importante notar que la mitad de ellos están sirviendo actualmente y que ese número seguirá creciendo. Este año los senadores Ted Cruz y Marco Rubio se convirtieron en los primeros latinos en ganar primarias presidenciales de un partido mayoritario. La gobernadora de Nuevo México, Susana Martínez, se convirtió en la primera gobernadora latina en el 2010. Sin duda, hemos progresado.
Pero en el esfuerzo por mejorar las condiciones de la comunidad latina, a veces hemos prestado poca atención a las cuestiones de política. El hecho es que las ideas tienen consecuencias. Bajo líderes sabios, las políticas gubernamentales establecen el escenario para el crecimiento de los salarios, de los empleos, y para la mejora de la educación gracias a la competencia. Ellos prepararon el terreno para que más y más familias pudiesen alcanzar el sueño americano.
Pero cuando nuestros líderes se esmeran en aumentar el mandato del gobierno, para aumentar el gasto público y el endeudamiento, e imponer más y mayores costos a los individuos, ahí destruyen la oportunidad económica. Y los empresarios y trabajadores latinos se quedan atrás.
Gran parte de la agenda colectivista avanzada por los líderes hispanos de ambos partidos generó consecuencias duraderas. Ingenuamente alentaron el crecimiento excesivo del endeudamiento y precipitaron un gasto desmedido de nuestros impuestos. No prestaron atención a cómo la creciente dependencia en los programas de asistencia del gobierno por parte del pueblo estadounidense socavó nuestros valores y la cohesión de nuestras familias. Fueron cómplices en no proteger adecuadamente el estado de derecho y los derechos de propiedad; y no defendieron nuestro derecho a contratar libremente, y fallaron en promover un sistema fiduciario sólido y la competencia abierta. No hablaron en contra de nuevos esquemas expansivos que han sido responsables por la contracción severa del crédito, la reducción en la creación de nuevas empresas, y el colapso del sistema hipotecario que acabó con gran parte de nuestra riqueza.
Decenas de líderes latinos giraron aún más hacia la izquierda con los grupos de interés "liberales" para subvertir la primera y segunda enmiendas de la constitución; se han mantenido opuestos al libre comercio y han impulsado una agenda de cambio climático regresiva que rechaza las soluciones del libre mercado. Estos mismos líderes "progresistas" trabajaban para apuntalar los intereses de los jefes de los sindicatos por encima de los intereses de nuestros niños en las escuelas, e ignoran a millones de padres latinos que exigían opciones escolares.
Es preciso aclarar que cada vez son más los votantes hispanos que están cansados de cargar con esta agenda imprudente, y ahora están juzgando a las personas que buscan un cargo, pero lo que deberían juzgar son las ideas de esos individuos. Sin lugar a dudas, estamos reconociendo que nuestra comunidad no va a salir adelante si la gente que enviamos a Washington hace nuestros problemas más difíciles con "soluciones" que son simplemente erróneas.
En este momento, el simple hecho es que millones de latinos están trabajando duro para apoyar al gobierno en todos los niveles. Pagamos impuestos sobre la renta, impuestos sobre la nómina, impuestos de ventas y de propiedad, todo para apoyar a un gobierno que gasta más dinero cada año. Lo que es peor, estamos pagando para apoyar un gobierno que dicta cosas como qué seguro de salud hay que comprar, y luego impone fuertes multas a familias que pueden no ser capaces de pagarlo.
Esto tiene que cambiar.
Los latinos en todo el país reconocen que lo que estamos haciendo simplemente no funciona. Es por eso que más y más latinos están exigiendo más que un reflejo de la diversidad étnica en sus candidatos. Esperamos que los candidatos vayan más allá de las políticas fallidas que expanden el gobierno y que promuevan una agenda procrecimiento y prolibertad, y pongan a los niños primero cuando hablen del sistema educativo.
En última instancia, a medida que continúa creciendo el número de latinos elegidos para cargos en todos los niveles, hay que tener en cuenta, ante todo, cuáles van a traer el tipo de cambio que necesitamos. Si queremos fortalecer nuestra comunidad, tenemos que mirar a los que van a acabar con las políticas fallidas –que han aumentado el mandato del gobierno–, a detener el gasto irresponsable, a defender nuestra constitución y a garantizar la igualdad de oportunidades para todos.
Nota: La presente pieza fue seleccionada para publicación en nuestra sección de opinión como una contribución al debate público. La(s) visión(es) expresadas allí pertenecen exclusivamente a su(s) autor(es) y/o a la(s) organización(es) que representan. Este contenido no representa la visión de Univision Noticias o la de su línea editorial.







