La presencia de espías del crimen organizado, que también comparten información con bandas de traficantes de migrantes, es un fenómeno con el que los oficiales fronterizos han lidiado por años. Algunos solo usan celulares, pero en los últimos tiempos algunos se valen de tecnología de punta para interceptar comunicaciones de las autoridades, observar sus recorridos y permanecer en sus trincheras por varios días. Con ellos, quienes pasan los cargamentos de narcóticos o guían a grupos de indocumentados, tratan de burlar los controles y seguir con su actividad ilegal.