El presidente Vladimir Putin se convirtió este viernes en el primer líder en la historia de su país en visitar Alaska, un territorio que formó parte del imperio ruso hasta 1867 y al que llegó para una reunión con Donald Trump sobre el futuro de Ucrania, un país que invadió hace tres años.
La fascinante historia de cuando Alaska era de Rusia y cómo el Kremlin perdió sus colonias en América
El hecho de que ambos presidentes se hayan encontrado este viernes en un estado que fue colonia de Moscú y que aún reclaman nacionalistas rusos no ha pasado desapercibido.
Por su pasado compartido, y por el hecho de que algunos nacionalistas rusos continúan reclamando la devolución de Alaska, la elección de este lugar para la cumbre creó cierta controversia y dudas sobre si era la mejor opción para reunirse, especialmente para Washington.
También ha generado polémica que una reunión sobre la guerra de Ucrania no cuente con una de sus partes: finalmente, Trump decidió no invitar a su homólogo Volodymyr Zelensky, según confirmó este martes la secretaria de prensa de la Casa Blanca, Karoline Levitt.
La ausencia de Kyiv de esta cumbre recibió grandes críticas por quienes temen que Washington y Moscú aspiren a decidir por sí solos el futuro del país agredido y puedan forzarlo a compromisos inaceptables.
"El simbolismo de celebrar la cumbre Trump-Putin en Alaska es horrendo, como si hubiera sido diseñado para demostrar que las fronteras pueden cambiar y que la tierra se puede comprar y vender”, dijo en X Sam Greene, profesor de política rusa en el King's College de Londres.
Pero ¿cuál es la historia de Alaska compartida entre Rusia y EEUU?
Alaska, la antigua colonia rusa vendida a EEUU por $7 millones
Cuando el explorador danés Vitus Bering navegó por primera vez el estrecho que separa Asia de América en 1728, lo hacía al servicio de la Armada rusa en una expedición que se dirigía a la Rusia zarista.
Encontrarse lo que hoy se conoce como el estrecho de Bering reveló al mundo la existencia de Alaska al oeste. Sin embargo, pueblos originarios habían vivido allí durante miles de años.
La expedición de Bering dio inicio a un siglo de caza de focas por parte del imperio zarista en la zona, gracias al establecimiento de la primera colonia rusa en la isla meridional de Kodiak.
Aquel territorio pasó a formar parte de la América rusa, tal y como el imperio denominaba a lo que hoy es Alaska y a algunas posesiones más al sur, en la actual California.
En 1799, el zar Pablo I fundó la Compañía Ruso-Americana para aprovechar el lucrativo comercio de pieles, que a menudo implicaba enfrentamientos con los habitantes de pueblos originarios.
Sin embargo, los cazadores sobreexplotaron las focas y las nutrias marinas, cuyas poblaciones acabaron por desplomarse, al igual que la principal fuente de la economía de los colonos en Alaska.
Así, en un momento histórico en el que Rusia luchaba por lidiar con las enormes consecuencias económicas de su derrota en la Guerra de Crimea, y ante el temor de una posible invasión británica, el zar Alejandro II se adelantó y decidió vender Alaska a EEUU en 1867 por $7,2 millones. Según una estimación del Censo de EEUU, en 2024 equivaldrían a $150 millones.
La compra de una zona que tiene más del doble del tamaño de Texas fue muy criticada por los rusos en aquel momento, que consideraban la cantidad conseguida demasiado baja.
Tampoco los estadounidenses estuvieron demasiado satisfechos. Aunque Alaska suponía una zona estratégica para aumentar su influencia en el Pacífico y prevenir posibles invasiones por el norte, muchos se referían a la venta como "la locura de Seward" en alusión a quien estuvo detrás del acuerdo, el secretario de Estado William Seward.
Sin embargo, cuando se descubrió que aquel inhóspito y frio lugar contenía importantes recursos naturales y pesqueros, su opinión cambió y los rusos acabaron por confirmar que habían sido muy ingenuos a la hora de negociar.
Tras el colapso de la Unión Soviética, Alaska fue motivo de nostalgia y bromas para el país. Una popular canción de la década de los 90 decía: “No te hagas el tonto, EEUU... devuélvenos nuestra querida tierra de Alaska”.
Nacionalistas rusos destacan su influencia en Alaska y reclaman que sea devuelta a Moscú
Pese a su venta a EEUU, influencias rusas aún perduran en partes de este remoto estado. Una de las más significativas es la Iglesia Ortodoxa Rusa, que se estableció en Alaska tras la creación de la Compañía Ruso-Americana.
Un dialecto local derivado del ruso, mezclado con lenguas indígenas, sobrevivió durante décadas en diversas comunidades, especialmente cerca de Anchorage, la ciudad más grande del estado, aunque ahora prácticamente ha desaparecido.
Sin embargo, cerca de los enormes glaciares del sur de la península de Kenai, todavía se enseña ruso.
Estas influencias son a menudo utilizadas por nacionalistas rusos para reclamar que Alaska sea devuelta a Moscú, lo que despertó dudas sobre si la Casa Blanca había realmente valorado que esta fuera la mejor localización para la futura cumbre con el presidente ruso.
“Trump ha elegido recibir a Putin en una parte del antiguo Imperio Ruso. Me pregunto si sabe que los nacionalistas rusos afirman que perder Alaska, al igual que Ucrania, fue un trato injusto para Moscú y que debe corregirse”, escribió en X Michael McFaul, quien fuera embajador de EEUU en Rusia durante la presidencia de Barack Obama.
“Como persona nacida y criada en Rusia, les cuento lo que Putin y Rusia piensan sobre una reunión entre Putin y Trump en Alaska. Significa que Putin va a... Rusia”, escribió en X Sergej Sumlenny, experto en Europa del Este y fundador del Centro de Iniciativas Europeas de Resiliencia.
Sumlenny, quien aseguró que “el ‘mito de Alaska’ es esencial para Rusia”, describió en su publicación como este sentimiento hacia el territorio era ya fomentado desde la educación recibida por los niños rusos.
“En mi escuela, en un pueblo cercano a Moscú, me enseñaron en la clase de geografía de los años 90 que Rusia nunca vendió Alaska a EEUU, sino que la arrendó por 100 años. Que EEUU falsificó el contrato y rompió el original. Que Alaska es rusa”, aseguró.
Incluso Kirill Dmitriev, uno de los principales asesores de Putin y enviado del Kremlin para la inversión y la cooperación económica, calificó a Alaska la semana pasada como “estadounidense de origen ruso”.
Este pasado fin de semana, de hecho, Dmitriev utilizó sus redes sociales para destacar las profundas conexiones del estado de EEUU con la Iglesia Ortodoxa Rusa y la antigua huella militar y económica de Rusia en la región.
Putin, sin embargo, no ha mostrado con claridad su postura respecto a Alaska. En 2014, aparentó no estar interesado en recuperarla al declarar que el antiguo territorio ruso es “demasiado frío”.
La cercanía geográfica de Rusia y Alaska
La relación entre los ejércitos de ambos países, mientras tanto, no siempre es la más cordial.
Así, altos mandos militares de EEUU han denunciado durante años que se ven obligados a interceptar regularmente aeronaves rusas que se acercan demasiado al espacio aéreo estadounidense en la zona de Alaska.
Alaska está ubicada en el extremo noroeste del continente americano, que se extiende a unas decenas de millas de Rusia.
Una de las declaraciones más famosas sobre esa proximidad la hizo en 2008 Sarah Palin, la entonces gobernadora del estado y elegida para ser vicepresidenta por el candidato republicano John McCain.
"Son nuestros vecinos de al lado, y de hecho se puede ver Rusia desde tierra aquí en Alaska, desde una isla de Alaska", dijo Palin.
Si bien no es posible ver Rusia desde Alaska continental, dos islas enfrentadas en el estrecho de Bering están separadas por tan solo 2,5 millas.
La isla rusa de Diómedes Mayor se encuentra justo al oeste de la isla estadounidense de Diómedes Menor, donde viven unas pocas docenas de personas.
Más al sur, dos rusos desembarcaron en 2022 en la remota isla estadounidense de San Lorenzo, a unas pocas decenas de millas de la costa rusa, para solicitar asilo.
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