José Chicas asegura que desde hace mucho no es el mismo que fue: "En 2002 me convertí a Cristo y desde entonces ya no soy el José Chicas que era antes". En esa vida anterior, Chicas fue arrestado cuatro veces: dos veces por conducir bajo los efectos del alcohol y dos veces por denuncias de violencia doméstica. Además, pesa sobre él una orden de deportación desde que entró a Estados Unidos sin visa. Crédito: Maye Primera
Chicas llegó a EEUU en febrero de 1985. Tenía 18 años y venía huyendo de la guerra civil en El Salvador. "Yo era militar, entré en el 83 y no terminé mi servicio militar obligatorio, que era de 24 meses". Antes de que se cumpliera ese plazo, su madre vendió todo lo que tenía para enviarlo a Houston. "Mi mamá vivía traumada y me dijo: 'no quiero que te maten ni en la guerra ni en la casa'". Crédito: Maye Primera
Tan pronto cruzó la frontera entre la ciudad mexicana de Matamoros y Browsville, Texas, fue arrestado por la patrulla fronteriza. Sus familiares pagaron un fianza para sacarlo del centro de detención. Luego, Chicas recibió una citación de la corte para tratar su caso, pero dice que no asistió por recomendación de su abogado de la época. Desde entonces, pesa en su contra una orden de deportación, pero él dice que se enteró de su existencia en 2017. Crédito: Maye Primera
"En 2017 me dan la noticia de que iba a ser deportado", dice Chicas. En esa época, ya llevaba dos años como pastor de la Iglesia Evangélica Jesús el Pan de Vida en Raleigh, Carolina del Norte. Y para evitar su deportación, decidió resguardarse desde junio de ese mismo año en la Escuela de Conversión en la ciudad de Durham, a una hora de distancia de la casa de su familia.
Crédito: Maye Primera
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Si su situación sigue como va, en junio Chicas cumplirá dos años de encierro en el santuario que lo acoge. "Pensé que iba a ser menos tiempo, meses", dice él. "El día acá es aburrido". Chicas realiza una oración a través de Facebook Live todos los días, a las 4:00 en punto de la madrugada y explica: "Es que a esa hora la oración es más sacrificada". Crédito: Maye Primera
A esa hora de la madrugada se conectan 15, 20 personas: gente que le deja comentarios, que pide oraciones para los hijos que están en drogas o que tienen problemas de alcohol, y él va anotando cada petición en un cuaderno. Luego otras 400, 500 personas ven el video en diferido.
Crédito: Maye Primera
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En tiempos de calor, Chicas trata de mantener a su flote el negocio de lavado de autos que le daba de comer a su familia antes de entrar al santuario; solo que ahora no presta el servicio a domicilio, sino que le pide a sus clientes que vayan al estacionamiento de la iglesia. Crédito: Maye Primera