Luego de un largo viaje a través del Océano Atlántico, el 17 de junio de 1885 llegó al puerto de Nueva York la Estatua de la Libertad, un regalo de amistad de Francia. Instalada frente al puerto de entrada de inmigrantes más importante del país durante 60 años, su imponente figura se convirtió en el símbolo de EEUU como una lugar de oportunidades para los que nacieron en otras tierras.