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Inflación

"La única opción es trabajar más": cómo la inflación golpea doble a los migrantes que envían remesas

La inflación parece una nueva pandemia que casi, como el coronavirus, no ha encontrado fronteras. Pero no afecta a todos por igual, hay quienes ven sus bolsillos doblemente golpeados: los migrantes cuyas familias dependen de las remesas que envían.
Publicado 24 Oct 2022 – 11:10 AM EDT | Actualizado 24 Oct 2022 – 11:10 AM EDT
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Casi en cada rincón del mundo, la gente gasta más en comida y combustible, alquileres y transporte.

Pero la inflación no afecta a todos por igual. Para los inmigrantes con familiares que dependen del dinero que envían a casa, los precios más altos golpean a las familias dos veces: en casa y en el extranjero.

Los trabajadores migrantes que envían dinero a sus seres queridos en su país ahorran menos porque el alza de los precios les obliga a gastar más.

Para algunos, la única opción es trabajar más, con turnos de fin de semana y de noche, o un segundo empleo. Para otros supone recortar en productos básicos como carne y fruta para poder enviar lo que queda de sus ahorros a sus familias, que en ocasiones viven bajo la amenaza del hambre o la violencia.

Carlos Huerta, mexicano de 45 años y que trabaja como conductor en la ciudad de Nueva York, solía enviar unos 200 dólares por semana, pero ahora apenas puede ahorrar unos 100 dólares semanales.

Economías ya maltrechas por el impacto de la pandemia del covid-19 y los efectos del cambio climático volvieron a sufrir un revés con la guerra de Rusia en Ucrania, que disparó los precios de la comida y la energía.

Esos costes sumieron a 71 millones de personas en la pobreza en todo el mundo en las semanas tras la invasión de febrero, que interrumpió las cruciales entregas de grano de la región del mar Negro, según el Programa de Desarrollo de Naciones Unidas.

La inflación aviva las llamas de la desigualdad

Cuando el combustible y la comida cuestan más, el dinero que los migrantes pueden enviar la gente a su familia no rinde tanto como antes. El Fondo Monetario Internacional estima que la inflación global alcanzará el 9.5% este año, pero la cifra es mucho más alta en países en desarrollo.

“La gente más pobre dedica mucho más de sus ingresos a comida y energía”, dijo Max Lawson, responsable de lucha contra la desigualdad en la organización antipobreza Oxfam.

La inflación, señaló, “aviva las llamas” de la desigualdad. “Es casi como si los pobres fueran una especie de esponja que tiene que absorber el golpe económico”, explicó.


Mahdi Warsama, de 52 años, llegó a Estados Unidos desde Somalia cuando era adolescente. Ahora es ciudadano, trabaja para la ONG Somali Parents Autism Network y envía entre 3,000 y 300 dólares al mes a familiares en Somalia. En ocasiones, pide préstamos para enviar dinero que necesitan sus parientes para facturas médicas y otras emergencias.

Warsama, que vive entre Columbus, Ohio, y Minneapolis, estima que el mes pasado envió 1,500 dólares para ayudar a sus familiares a asumir gastos básicos como comida y agua para ellos y su ganado.

Recortar gastos y trabajar más horas

Miles de personas han muerto en una sequía que asola Somalia, y Naciones Unidas estima que medio millón de niños corren peligro de morir debido a la malnutrición o una situación de casi hambruna.

“Igual que tenemos inflación en Estados Unidos, en Somalia es aún peor”, afirmó. Los sacos de arroz, azúcar y harina que antes costaban 50 dólares ahora valen 70 dólares.

Él ha cambiado sus hábitos de consumo, busca formas de ganar más dinero y sigue de cerca las subidas de las tasas de interés y la inflación, algo que nunca había hecho hasta este año.

“Estoy decidido a trabajar más y ganar más dinero”, dijo Warsama. “Tengo que tener más presente el hecho de que tengo que ayudar a mi familia en casa”.

En Nueva York, Huerta vive lejos de su esposa y sus hijos desde hace casi 20 años. Ha trabajado lavando platos o como chófer de ejecutivos, lo que haga falta para ganar suficiente.

Dijo que envía unos 200 dólares semanales a su esposa y su madre en Puebla, México. También aprendió a pintar casas, de modo que si no hay demanda para un chófer, aún puede ganar unos 150 dólares al día.

Ingresa unos $3,600 al mes y el arrendamiento de su apartamento en Queens ha subido, de modo que Huerta tuvo que cambiar la carne de ternera por pollo, come menos fruta porque el precio se ha disparado y ha cancelado su suscripción de televisión por cable.


En Minnesota, Mohamed Aden, conductor de autobús de 36 años, por las noches hace de conductor en Uber para mantener a su esposa, sus hijos y hermanos, que huyeron de Somalia a Kenia debido a la violencia en su país.

Su familia aún no tiene permiso de trabajo en Kenia y depende del dinero que él envía, casi la mitad de sus ingresos de $2,000 mensuales.

Pero ahora paga más por el combustible y los precios de la comida son más altos en Kenia, de modo que el dinero no rinde tanto.

Aden intentaba visitar Kenia cada año en diciembre, durante el frío invierno de Minnesota.

“Este año no puedo, por la inflación”, explicó. “Soy el único que está aquí, alimentando a la familia (...) pero volveré cuando consiga el dinero”.

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