La ‘Revolución colorida’ de Macedonia usa la pintura como un arma

Los manifestantes en el país balcánico cambiaron las molotovs por bombas de agua llenas de color.

Imagen ROBERT ATANASOVSKI/AFP/Getty Images

Las consecuencias de las protestas en Skopje, la capital de Macedonia, parecen secuelas de un festival. Arcos salpicados de color, estatuas que gotean azules y rosas, una fuente con agua carmesí. Esta colorida escena no es el resultado de una versión balcánica del festival de Holi, sino el producto de un movimiento de protesta cuya táctica (llamada Sharena Revolutsiya o “revolución colorida” a pesar de ser pacífica) se basa en cubrir las paredes y monumentos de la ciudad con pintura de colores brillantes. Aunque en las redes sociales parece divertido, las protestas involucran decenas de miles de personas, y expresan una profunda frustración por el conflicto que desde hace un año sacude a esta república balcánica pequeña, pero geopolíticamente clave.

La revolución colorida de Macedonia comenzó el invierno pasado, luego de se revelara la extensión del supuesto espionaje gubernamental en el país. Se informó que más de 20,000 ciudadanos tenían sus teléfonos intervenidos, una cantidad importante en un país con poco más de dos millones de habitantes. La oposición afirmó que los teléfonos intervenidos eran parte de un plan del gobierno que no solo espiaba a sus oponentes, sino que también se usó para arreglar las elecciones del año pasado a favor del partido político del ex primer ministro Nikola Gruevski, el VMRO-DPMNE (dueño de uno de los acrónimos políticos más difíciles jamás inventados).

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Además, reclaman que casi 500,000 nombres del registro electoral eran inválidos, pertenecían a personas muertas o emigrantes que no vivían en el país desde hacía mucho tiempo.

Gruevski, que aún era el primer ministro, negó saber sobre las escuchas telefónicas y el fraude electoral, y sugirió que las cintas reveladas pertenecían a poderes extranjeros. Es cierto que gran parte de la información publicada perjudica al gobierno, como cintas que sugieren que empleados del gobierno apagaron los elevadores de hogares públicos para evitar que los ciudadanos mayores puedan votar. Si bien las denuncias de que todo fue armado por poderes extranjeros parecen endebles, no resulta descabellado el temor a influencias externas. Otras “Revoluciones de color” como la Revolución Rosa de Georgia fueron apoyadas por occidente e incluso ONGs occidentales realizaron entrenamientos a los opositores. Macedonia es un campo en el que aún se siente la tensión entre los poderes de occidente y Rusia.

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Este miedo ha estado menoscabado, eso sí, por el casi nulo nivel de presión internacional que ha seguido a esta crisis. Como la Unión Europea necesita que Macedonia detenga el flujo de refugiados que cruzan el país hacia Grecia, los gobiernos adoptaron un enfoque extremadamente suave y medido, y apuntan a la estabilidad más que a un cambio de régimen. Esto obligó a los protestantes a ponerse creativos. En lugar de lanzar ladrillos o bombas Molotov, arrojan bolas de pinturas que tiñen de varios colores al parlamento y los edificios públicos de Macedonia.

Las protestas disminuyeron durante el invierno, luego de que Gruevski renunciara a postularse para las elecciones de abril (que ahora se pospusieron hasta junio), pero volvieron esta primavera cuando el presidente de Macedonia (denunciado por aparecer en compañías mencionadas en los Panamá Papers) canceló la investigación oficial sobre el escándalo de las escuchas telefónicas que involucra a Gruevski y otros 56 colegas. Esto hizo que los manifestantes volvieran a las calles.

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No es anecdótico que los protestantes se enfoquen en alterar la apariencia de su capital. En muchos países puede parecer un ataque gratuito a la propiedad pública que sirvió no solo al actual, sino a muchos gobiernos. Pero en la capital de Macedonia estos edificios a menudo son nuevos, y representan las fuerzas nacionales que los manifestantes más desprecian.

En los últimos años, Skopje pasó por un profundo proceso de reconstrucción para hacerla parecer más grandiosa e imponente ( no es el único caso en Europa). El VMRO-DPNME, partido gobernante, gastó mucho dinero para darle a la ciudad un estilo neoclásico que la inundó de monumentos de Brobdingnagian dedicados a Alejandro Magno, puentes repletos de bajorrelieves en bronce e interminables vestíbulos llenos de columnas. Con un costo estratosférico de 633 millones de euros (722 millones de dólares), el país paga 10,400 euros (11,860 dólares) por hora. Los resultados son dramáticos, opresivos y repugnantes. No sorprende que estos monumentos se vean como símbolos del delirio de grandeza y la opresión de su gobierno; las piedras y construcciones se convierten en lienzos sobre los que la gente ahora escribe su frustración con marcadores. No se trata de que los manifestantes escriban su odio en las paredes. En Skopje, las paredes son parte del problema.

Este artículo fue publicado originalmente en inglés en CityLab.com.