Las ciudades brillan cuando su clima es agradable. El verano es, por antonomasia, la estación para realizar paseos en bicicleta, asistir a festivales y conciertos en el parque. Pero luego la temperatura cae en picada y esos deliciosos espacios y prácticas urbanas terminan enterradas bajo descorazonadores montones de nieve. No es raro que uno, bajo el trastorno afectivo estacional -el cual suele ser una función de la estación del año- comience a preguntarse por qué no vivir en Arizona.
La fórmula de los escandinavos para ser felices en invierno
El concepto danés de hygge, o de lo acogedor, ofrece un modelo para que los residentes urbanos vivan esta época con más alegría.


Para las ciudades estadounidenses del llamado Cinturón de la nieve, los efectos colaterales de los crudos inviernos pueden ser severos. Si bien más de 2.2 millones de personas se mudaron a estados del Cinturón del sol entre 2014 y 2015 –lugares cálidos como Texas, California, y Florida–, solo la décima parte de ese número se trasladó a zonas del Medio Oeste y el Noreste. Y aquellos que residen allí saben ya, por experiencia propia, de la ferocidad con que bajan de cero las temperaturas, estimulando un deseo de escapar o al menos de cavar un escondite para guarecerse por algunos meses.
Sin embargo hay quienes que, muy osadamente, buscan cambiar la manera en que las más frías ciudades de Norte América experimentan el invierno, y están tomando nota de una región del mundo conocida por su felicidad como por sus endemoniados inviernos: Escandinavia. De hecho, en el concepto danés de hygge (una palabra que suma lo agradable, lo acogedor, lo íntimo) puede estar la clave del bienestar de las ciudades en invierno.
“Acogedor” es quizás la mejor traducción para esa palabra, aunque unidad, disfrute, esparcimiento y confort captan también componentes de su significado. Meik Wiking, CEO del Instituto Danés de Investigación de la Felicidad y autor de The Little Book of Hygge: The Danish Way to Live Well, lo resume de esta manera: “La verdadera esencia de hygge es la búsqueda de la felicidad cotidiana”.
Copenhague es claramente un espacio para experimentarlo . Por medio de una mágica alquimia de su diseño urbano, de su desarrollo de negocios y de la convicción cultural de sus moradores, en la ciudad nórdica se deleitan con placeres simples, terrenales, particularmente cuando el tiempo se pone feo. Dicho de otro modo, en la capital danesa se desafía al frío. Uno encuentra amigos para desayunar en Grød, el único café de la ciudad en que sirven gachas de avena ( porridge), alimento que refuerza tanto física como espiritualmente. Uno desanda sus adoquinadas calles, salpicadas de luces; por no hablar del Vinterjazz, festival de jazz con alcance nacional y que comprende, cada febrero, unos 500 conciertos. En suma, el amor por el hygge asegura a los daneses encontrar vías de goce en una ciudad que ve apenas siete horas de luz natural en pleno invierno.
La capital de Dinamarca vino a la mente de Joe Burgum, fundador y constructor principal de la consultoría Folkways, en Fargo, North Dakota, cuando se preguntó: “¿Quién puede ser realmente feliz en medio del frío?” “Obviamente”, sostiene, “Escandinavia estaba en la cima de la lista”. En 2014, Burgum y su colega, Simone Wai, se embarcaron en una misión exploratoria autofinanciada hasta esa región del norte de Europa. Y regresaron a Fargo con ideas de cómo apropiarse favorablemente del invierno.
Mientras tanto en Edmonton, Canadá, una Estrategia para Ciudad Invernal fue elaborada –la primera de su tipo-, por medio de preguntar a sus habitantes: “¿Qué le haría enamorarse del invierno?” Resultado: Un diseño y unas pautas en materia de placemaking que, focalizados en crear una alta calidad de vida durante esta temporada del año, contienen elementos del hygge, si bien involuntariamente.
A continuación, estos cuatro ideales de la noción danesa pueden constituir un punto de partida para transformar el modo en que las ciudades lidian con el invierno, yendo, desde una carrera de resistencia espartana, hasta una amplia temporada de alegría.
La “linterna de hielo”, una de las ganadoras del concurso de diseño de refugios cálidos en 2017, el cual tuvo lugar en Winnipeg, Canadá. (Cortesía de Warming Huts v. 2017)
Principio Hygge: Calidez. A diferencia de algunas ciudades norteamericanas, donde la nieve parece algo terrible año tras año, las escandinavas no solo agradecen sino construyen en función de que el frío sea cada vez más llevadero, con altos estándares de energía para paredes y puertas, portales para enfrentar fuertes ráfagas de viento, percheros para ropa de invierno, y plazas públicas dispuestas de forma tal que bloquean el viento y sacan provecho del sol del sur. Luego, el ritual de la sauna.
Tras su viaje a Copenhague, Joe Burgum y Simone Wai construyeron su propio sauna en Fargo a partir de un ejemplar pedido en Northern Lights Cedar Barrels. Ahora que ha sido construida –después de 180 horas de trabajo y 13,000 dólares-, el sauna manifiesta la filosofía del hygge como un baluarte de comodidad y comunicación. “Se convirtió en algo increíblemente social para nosotros”, repone Burgum. “Teníamos un amigo que decía ‘hizo sentir el invierno más corto este año’”. Ya que fue construida sobre un tráiler, Burgum espera estacionar la sauna móvil también en actividades de la comunidad, transformándola en una herramienta propia del placemaking, tal como la Little Box Sauna, de Bloomington, Minnesota.
Crear experiencias similares en ciudades flanqueadas por la nieve podría requerir desempolvar la tradición de las termas públicas o privadas en Norte América ( aunque algunas ciudades, incluyendo Seattle, ya tienen una). En otras palabras, estos espacios pueden devenir recursos urbanos tanto para fomentar el calor físico como el contacto social.
En Winnipeg, la Asociación de Arquitectos de Manitoba patrocina un concurso para diseñar refugios cálidos; los ganadores son construidos a lo largo de una pista local sobre hielo. Un certamen similar en Toronto invita a los artistas a transformar torres de salvavidas en la línea costera en extravagantes estaciones de invierno. En Edmonton, son conocidas las terrazas de los restaurantes por permanecer abiertas el año entero, gracias a lámparas de calor, chimeneas de leña, y cojines calentados en microondas.
Principio Hygge: Luz y color. Con muchas menos horas de luz solar, la satisfacción invernal reside en gran medida en la luminosidad, ya sea literal o metafórica. De ahí las escenas típicas danesas de mesas adornadas con velas y ventanas con luces parpadeantes o las calles de Copenhague con sus famosos edificios coloreados a Crayola.
¿El estilo urbano? La iluminación exterior. En las calles de la ciudad, creativos diseños de luces generan interés visual, añadiendo una sensación de confort y calidez que estimula la exploración urbana. Instalaciones o festivales como los de Richmond, Portland y Pittsburgh iluminan la parte más tediosa de la temporada.
Como con la mayoría de las cosas relativas al invierno, Canadá está en ventaja. En Montreal, un festival anual llamado Luminotherapie (Luminoterapia) introdujo columpios, en un parque infantil, que usan tecnología LED; mientras estos se movían de arriba abajo, el brillo de la pantalla se intensificaba, y luego se desvanecía. En febrero de 2017, el distrito del centro de Calgary celebrará su primer festival de luces de invierno, llamado GLOW, el cual durará tres días. Entre la vasta propuesta, hay una ducha interactiva que llueve luz desde todas direcciones, mientras un bucle de sonidos típicos del verano –viento, pájaros, y heladerías– se deja oír suavemente de fondo. Tras 90 segundos, uno emerge de su ducha de luz revitalizado y feliz.
Principio Hygge: Acceso a la naturaleza. Si bien el abarcador estilo hygge parece ser una sensación interior y reconfortante, Pia Edberg, autora de The Cozy Life: Rediscover the Joy of the Simple Things Through the Danish Concept of Hygge , señala que experimentar la naturaleza es algo básico en la noción danesa. “Como reza la vieja máxima: ‘No existe algo como el mal tiempo, solo existe la mala ropa’”.
En las ciudades frías, la vida en exteriores te ayuda a mantener a raya la apatía y estimula el disfrute en espacios públicos. “La triste verdad es que el invierno danés es largo y oscuro, y ciertamente necesitamos incentivos para salir afuera”, indica Wiking. “En mi barrio en Copenhague, una de las mayores atracciones es la pista de hielo, la cual se llena de niños de todas las edades y produce, mediante su hermoso diseño de luces, una atmósfera hygge”.
Recientemente, Boston instaló una pista de hielo ondulante ubicada en City Hall Plaza. En Edmonton, por su parte, un grupo de personas busca instalar portaesquíes en las estaciones de metro ligero, de modo que los residentes puedan esquiar a campo traviesa tramos de su recorrido cotidiano en el invierno. Y si bien algunas ciudades han tomado medidas para prohibir viajar en trineo en espacios públicos, otras, como St. Paul, Minnesota, y Madison, Wisconsin, mapean colinas para trineos en sus sitios web.
Principio Hygge: Puntos de encuentro. Quizá el más importante antídoto contra el aislamiento en el invierno es el énfasis hygge en la unidad de la comunidad y el contacto social. En Copenhague, los llamados terceros espacios –como restaurantes, bares, cafés y librerías privados– devienen tan medulares en la vida social del invierno como, en verano, lo son las plazas públicas.
¿Pero cierran, en efecto, la mayoría de los espacios públicos exteriores durante los meses fríos? Las ciudades que practican el hygge se las ingenian para que sus residentes suelten las cobijas. Edmonton, en consonancia con su planificación urbana, propone un extenso número de festivales y actividades invernales, incluyendo el Silver Skate, con sus castillos de hielo y sus esculturas de fuego, y el tradicional Flying Canoe Volant, cuyo evento principal es una trepidante carrera colina abajo en canoa. Y, el pasado año, Fargo lanzó Frostival, donde tuvieron lugar torneos al aire libre de volleyball, softball, kickball y golf. El eslogan del acontecimiento no podía ser mejor: “Making Cold Cool” (algo así como ‘hacer del frío algo buena onda’).
Existe, asimismo, un nuevo nivel de colaboración entre las ciudades que sufren estas bajas temperaturas. A inicios de 2017, Edmonton será sede de Winter Cities Shakeup, un encuentro de líderes y planificadores urbanos prevenientes de ciudades donde la nieve causa estragos.
“Hay todo un énfasis en la vida diaria”, sostiene Susan Holdsworth, coordinadora de la estrategia WinterCity en Edmonton. “Sabemos que los festivales son estupendos, pero queremos asegurarnos de que la vida diaria en el invierno lo sea de igual manera. Que no se quede solo en acudir al Silver Skate o al Flying Canoe para pasarla bien; sino que seamos capaces de disfrutar, cada día, el viaje al trabajo o la salida al almuerzo”.
Este artículo fue publicado originalmente en inglés en CityLab.com.









