En Los Ángeles, los inmigrantes mexicanos celebran la navidad en la calle

Las posadas forman parte fundamental en las fiestas de navidad de los mexicanos, que mantienen la tradición en su país o en el exterior, donde sea que se encuentren.

Un nacimiento frente de una casa en Los Angeles, California.
Un nacimiento frente de una casa en Los Angeles, California.
Imagen Natalie Delgadillo

Casi a las 7:00 pm en South Central Los Ángeles, afuera de una pequeña y humilde iglesia católica, una multitud se congrega cargando velas. Los puedes oír incluso antes de verlos: caminan por las calles recitando oraciones, cantando, rezando. Se paran frente a una casa, luego otra y otra, cantando una canción de formato “llamada y respuesta”, imitando la búsqueda de refugio de Jesús y María en Belén. La gente se detiene frente a los nacimientos y rezan rosarios. Dos personas, vestidos como Jesús y María, guían la procesión hasta que llegan otra vez a la iglesia, listos para comenzar la danza, el banquete y la piñata.

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Así son las posadas, un costumbre mexicana que mezcla las tradiciones indígenas con las creencias católicas que trajeron los españoles. En ese país, pueblos y vecindarios enteros salen a las calles y participan en la oración de la novena las nueve noches antes de navidad. Pero no es solo en México que la tradición sigue viva. En los barrios mexicanos de ciudades en EEUU también se pueden ver las procesiones recorriendo las calles, un testimonio del poder de la cultura y la religión, aún cuando se esté en un país diferente.

Las posadas necesitan dedicación: en esta iglesia, duran más que dos horas cada noche y la caminata supera la milla. Aún así, unas 40 personas, varias familias con niños, salieron el 22 de diciembre para participar. Emma Flores, una residente del barrio que va a las posadas cada año, se ausentó en su trabajo en el supermercado para estar aquí. En su empleo ha tenido que trabajar de noche haciendo masa para las órdenes frecuentes de tamales que se multiplican los días próximos a la navidad. Llegar a la posada esta noche implicó para ella entrar al trabajo en el turno de medianoche, después de la celebración. “Llego a la casa a las nueve y me quedan unas dos horitas (para descansar) antes de tener que irme al trabajo”, dijo Flores.

Ella no era la única que mostraba este tipo de dedicación. En el ambiente de la posada, parece que lo más importante para la gente es la religión, la tradición y la comunidad. En la pequeña Iglesia de la Madre de las Tristezas, la gente se junta después de la caminata para ver la Danza de los Viejitos (en imágenes arriba), un baile mexicano tradicional (que no necesariamente tiene que ver con las posadas, sino con celebraciones de todos tipos). Durante la danza, todos comieron tamales y tomaron atole y, después, festejaron con una piñata.

Todo vuelve a comenzar al día siguiente. La celebración se repite por nueve días hasta el día de Navidad. Sin importar si es en Los Ángeles o en Ciudad de México, año tras año la comunidad celebra la tradición en las calles.