SAN JOSÉ, California. – Aquel fue un inicio de semana inusual. Funcionarios de salud, alcaldes, supervisores y alguaciles por igual anunciaban justo hace dos años la imposición de “toque de queda” limitado para frenar la propagación del covid-19, un virus del que no se sabía mucho.
El día que todo cambió: A dos años del toque de queda, ¿qué hemos aprendido del covid-19?
El 16 de marzo de 2020 se anunció el primer toque de queda del país en el Área de la Bahía. La medida marcó el inicio de uno de los cambios más drásticos en la historia moderna para las ocho millones de personas que habitan la región.

El 16 de marzo de 2020 marcó el día en que la vida cambió drásticamente para los 8 millones de residentes de la Bahía de San Francisco. La región implementó una serie de restricciones que solo permitían las actividades “esenciales” o “indispensables”. De la noche a la mañana, salir al supermercado, cargar gasolina o ir al banco se convirtieron en excursiones de supervivencia.
“Ahora sabemos cómo responder para asegurarnos que las cosas no se salgan de control. Podemos lograrlo si todos trabajamos juntos”, explica al diario The Mercury News la doctora Angela Rogers, experta en enfermedades pulmonares del Hospital de Stanford.
El inicio de la pandemia fue una experiencia sin precedentes para millones de personas en el Área de la Bahía. Mientras en el resto de los Estados Unidos la vida seguía su curso casi de forma normal, los nueve condados que conforman la región se convirtieron de un día para otro en “pueblos fantasma”.
“Sabemos que estas medidas impactarán de manera significativa la vida cotidiana de nuestros residentes. Este va a ser un momento definitivo para nuestra ciudad”, advirtió entonces la alcaldesa de San Francisco, London Breed.
La medida, que inicialmente tenía una vigencia de tres semanas, se fue modificando a lo largo de dos años conforme los científicos conocían más sobre el letal virus. Al 16 de marzo de 2022, una nueva normalidad en la que aprendemos a convivir con la enfermedad se puede ver en el horizonte.
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A dos años de la pandemia de covid-19, ¿qué ha cambiado?
La doctora Angela Rogers enfatiza un punto clave en el manejo de la pandemia. “En los primeros días, había demasiado incertidumbre. Ahora las cosas son drásticamente distintas”, asegura.
Si bien no hemos retomado una vida como la que se vivía antes de la aparición del covid-19, las autoridades de salud se han planteado un panorama en el que las medidas de prevención y la rápida respuesta ante brotes de la enfermedad logren evitar una situación que vuelva a paralizar las actividades de forma generalizada.
Pero mucho ha cambiado desde marzo de 2022. En los primeros días de la pandemia los científicos trabajaban a contrarreloj para desarrollar pruebas de covid-19, las cuáles eran extremadamente escasas; los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC) decían que los cubrebocas no eran tan efectivos contra el virus, recomendaciones que cambió en múltiples ocasiones; y era común ver a la gente usando guantes y desinfectado cada uno de los productos que compraba en el supermercado.
Dos años después, las mascarillas se han convertido en parte de la vestimenta diaria; los desinfectantes de manos y geles antibacteriales abundan, aunque ya no son indispensables; las cuarentenas para los enfermos de covid-19 se redujeron a cinco días e incluso las personas infectadas asintomáticas pueden continuar su vida de manera normal si se encuentran completamente vacunados.
Muchos de los avances han sido significativos para detectar posibles brotes de manera temprana. En los condados de Alameda, Contra Costa, Fresno, Imperial, Kern, Lake, Los Ángeles, Orange, San Bernardino, San Diego y San Francisco se analizan de manera constante las aguas residuales con este propósito. Además, alrededor de 20 por ciento de los contagios de covid-19 se someten a una secuenciación genómica para poder detectar nuevas variantes.
Sin embargo, la doctora Rogers enfatiza que aún quedan cosas por hacer. Por ejemplo, desarrollar pruebas de anticuerpos más baratas y eficientes no podría ayudar a determinar qué nivel de protección tiene nuestro sistema inmunológico. “La gente se podría hacer la prueba y decir ‘Ok, estoy bien protegido’ o ‘Dios mio, tengo bajas defensas (contra el covid-19). Necesito un refuerzo’”, explica la especialista.
Los escenarios de una vida pos-pandemia
Un extenso reporte de la Fundación Rockefeller estudia múltiples escenarios para la llamada “nueva normalidad”. En el mejor de ellos, la tendencia actual se mantiene, con un número de contagios a la baja, malestares menores entre los infectados y la aparición de nuevas variantes que no representen mayor riesgo.
El análisis sugiere que el coronavirus nunca será inofensivo, pero las vacunas continuarán ofreciendo gran protección. En cuanto a los contagios, advierte que seguirán siendo molestos, pero no serán motivo de preocupación o aislamientos prolongados.
Los brotes probablemente se contenga a grupos de personas no vacunadas, mientras que la tasa anual de muertes se mantendrá entre 15,000 y 30,000 víctimas, por debajo de los fallecimientos causados por la influenza.
Pero el reporte también contempla lo que sería “el peor escenario posible”, donde las mutaciones del virus lo hacen más contagioso y resistente a las vacunas, situación que podría resultar en hasta 300,000 muertes al años, principalmente entre las personas no vacunadas.
¿Cuál es el más factible? Probablemente una media entre ambos, señala el análisis de la Fundación Rockefeller. Pero aún no hemos llegado. Al ritmo actual, unas 456,000 podrían fallecer a causa del covid-19 este 2022.
“No podemos frenar la propagación de este virus, pero sí podemos aprender a vivir con él (…) El país no puede regresar a sus antiguos hábitos. La nación no puede dejar atrás este momento del covid-19 sin aprender de él”, indica el reporte.










































