En la escuela preparatoria, Okland International High, un centro educativo especializado para inmigrantes recién llegados a los Estados Unidos, la música se ha convertido en una herramienta esencial para que los alumnos puedan adaptarse a su nuevo país. Cuando suena la campana al terminar la jornada escolar los viernes, los estudiantes provenientes de 32 países, no se van a sus hogares sino que toman un instrumento y comparten historias y aprendizajes en medio de tonadas musicales. Todos hacen parte de un programa semanal impulsado por
ARTogether, una organización sin ánimo de lucro que ayuda a inmigrantes y refugiados a conectarse con sus comunidades, a través de espacios creativos e incluyentes.