SACRAMENTO, California.— Cuando Luciana Villavicencio salió de El Salvador en febrero de este año con destino a Estados Unidos, nunca se imaginó que un viaje de negocios para participar de una conferencia, terminaría convirtiéndose en un calvario.
Turista recorre la ruta del migrante desde Estados Unidos a El Salvador para reencontrarse con su madre e hija
Para Luciana Villavicencio subir a una balsa jamás estuvo en sus planes. Mucho menos hacerlo prácticamente como “mojada”, recorriendo el trayecto de norte a sur, opuesto al que hacen los migrantes indocumentados en busca de una mejor vida en Estados Unidos.
La pandemia por Coronavirus cambió sus planes porque el gobierno de El Salvador cerró su frontera aérea y se quedó varada en Stockton, California durante 66 días. Su historia, es la historia de una madre que hizo lo imposible para reencontrarse con su hija.

"Tienes a las personas que amas lejos, en medio de una pandemia y te necesitan, ese era el dolor más grande que yo tenía”, confesó Villavicencio a Univision.
La pandemia por el coronavirus provocó el cierre inmediato de las fronteras aéreas en El Salvador el pasados 17 de marzo, miles de turistas salvadoreños como Villavicencio quedaron en el limbo.
“No es un tema político, es un tema humanitario, son 4,500 varados, el 80% está en Estados Unidos”, explica Villavicencio.
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Ella se alojó en casa de conocidos en Stockton, California con la esperanza que el gobierno de su país realizara un plan de repatriación, pero eso no ocurrió. “Si tienes a tu familia en otro país en medio de una pandemia y una crisis económica, ¿no estarías dispuesto a caminar lo que sea para estar con ellos?" se cuestiona.

Motivada por el anhelo de reencontrarse con su hija y su madre quien padece insuficiencia renal. tomó una mochila y emprendió la travesía desde California a El Salvador. El recorrido inició al abordar un avión desde Sacramento hasta San Diego, California.
Luego cruzó a Tijuana via terrestre, y una vez en suelo mexicano inició la odisea en autobuses y cualquier otra vía de transporte. Así pasaron tres días, hasta cruzar en balsa un río que forma la frontera entre México y Guatemala. “ Cuando iba en la balsa, sentí un momento de paz. No sé si era por el río o porque cada vez que avanzaba estaba más cerca de mi país”.

Aunque admite que su travesía migratoria a la inversa fue arriesgada, dice que no tuvo más opción y los riegos fueron numerosos. “Entre esos riesgos está la vida y la muerte”, confesó.

Con frustración, recuerda como a solo metros de llegar a la cruz del mapa trazado con esperanza, estuvo a punto de no lograr su meta. Al entrar a su país, “llegaron dos oficiales y me dijeron usted no puede pasar”. Esa frase, ella confiesa, la derrumbó, pero fue puesta en cuarentena por dos semanas.
Luego se reencontró con su madre e hija después de dos meses. A través de una videollamada les notificó que ya estaba en casa. Una emotiva sorpresa, ya que a ellas no le había dicho nada sobre su aventura cruzando tres fronteras. “Mi hija se asombró, gritó y yo empecé a ver que corría por toda la casa”, recuerda emocionada.

Ahora, Villavicencio brinda esta entrevista a Univision vía skype desde El Salvador, aferrada a su madre e hija, rogando a Dios que nada las vuelva a separar.

Si algo bueno rescata de este difícil peregrinaje, es que ahora tendrá suficientes anécdotas para inspirar a otras personas en sus conferencias de motivación.
“Antes de la pandemia le pregunté a Dios por qué mi vida se trata de luchar y sobrevivir. Después entendí que Dios te prepara para las guerras sin que tú lo sepas, solo hay que seguir remando", sentenció.








