Desde que Rocío Martínez llegó a los Estados Unidos a los 17 años, se ha dedicado a trabajar con las flores.
Rocío Martínez, emprendedora mexicana, logra abrir una floristería en East Harlem tras 30 años de trabajo duro
Hace 30 años Rocío Martínez llegó a Nueva York con un sueño y 30 años después lo pudo lograr: tener su propio negocio. Conoce la historia de esta hispana que atiende su florería en East Harlem.

Ahora, 31 años después, acaba de abrir su propia floristería, Cristal Flowers, en el corazón de la comunidad mexicana de East Harlem, donde crecieron sus cuatro hijos.
“Nunca le ha gustado que le digan lo que tiene que hacer y por fin tiene lo suyo,” afirmó su hija Lynette Pérez, quien la motivó a emprender.
Sentada en su tienda rodeada de rosas y calabazas, Martínez contó sobre su conexión profunda con las flores, su experiencia emigrando a Nueva York, y su relación con su comunidad.
¿Qué le motivó a emprender y abrir esta floristería?
Desde que llegué a este país me ha gustado trabajar en flores. Toda mi vida que he estado aquí, 31 años, he trabajado en floristerías. Ahora yo dije pues quiero empezar yo sola a trabajar, hacer lo mío. Ya (mis hijos) están más grandes, … y por eso decidí instalarme cómodamente.
¿Cómo nació su pasión por las flores?
En México -yo soy de Puebla- hay muchas flores. Y yo vivía en el campo, en un lugar que se llama Acatlán, y sembramos flores. Ahí hay flores de marigolds (cempasúchil en México) para el Día de los Muertos, nosotros vendíamos flores toda la temporada. De hecho, yo acabo de venir de México, y fui a ver los terrenos que están llenos de marigolds.
¿Qué representan las flores para usted?
Alegría, felicidad, y me recuerdan a mi país.
¿Hay flores en la floristería que tengan una conexión especial con la comunidad mexicana?
Sí, los cempasúchil, son los más conocidos con la comunidad mexicana que hay aquí, y las gladiolas son las más conocidas por todo el mundo. Todos los mexicanos que están aquí los pueden reconocer y decir ‘yo voy a comprar eso, porque eso es lo que me recuerda (a México)’.
¿Cuál es su flor favorita?
Mis flores favoritas son calla lilies. En México crecen en todos lados donde hay agua. Hay otras flores que se llaman adelfas, unas flores que sueltan un aroma muy riquísimo.
¿Cómo fue su experiencia llegando a Nueva York desde México?
Iba a cumplir 18 años cuando llegué a Estados Unidos. Yo vengo de una familia del campo (donde) no había luz, no había agua potable. No fui a la escuela porque no había (dinero) para estudiar. Y cuando yo tenía 12 años, (mi mamá) me dijo … tienes que trabajar. Allá las personas por ejemplo ganaban quizás tres dólares al día. Más o menos cortábamos frutas y las vendíamos pero no era suficiente entonces yo le dije mama que me voy a ir a la Ciudad de México. Trabajé con un veterinario, paseaba perros, caminaba como 20 perros, los limpiaba, los bañaba, y les daba de comer, y estaba ganando como cinco dólares al día, y eso era bueno para mí.
Y después (con una amiga) mía, cruzamos la frontera por Tijuana y llegamos a California. En Nueva York llegué a un apartamento donde vivían 20 mexicanos. Como diez trabajaban en la noche y diez en el día. (Los que trabajábamos en el día) usábamos la cama de los que trabajaban en la noche. Vivimos así por un año.
Yo caminaba por el área (en East Harlem) donde había comunidad mexicana, y había un letrero en la ventana que decía se solicita empleado -una floristería-, y allí entré.
Había dos diseñadores (de flores). Ellos no hablaban español y yo no hablaba inglés, entonces yo me quedaba viendo así curiosa cómo ellos cortaban sus flores, cómo las acomodaban, y yo decía ‘un día voy a aprender’. … Tres años después, yo ya sabía hacer todo lo que ellos hacían. … Para mí trabajar con las flores es un arte.
¿Cuál ha sido su experiencia trabajando a lo largo de esos 30 años en floristerías?
Ha sido un poco difícil porque yo tenía tres hijos pequeños… Tenía que coordinar mi horario de trabajo con la salida de la escuela de ellos… Algunas veces me aceptaban así el horario que yo quería … Entonces me pagaban menos, me decían: “si tú quieres un horario así flexible, no te vamos a dar el mínimo, te vamos a pagar menos”, y yo lo aceptaba porque tenía que cuidarlos a ellos.
¿Qué aspiraciones tiene ahora que tiene su propio espacio?
Lo que pienso es acercarme más a mi comunidad. Entonces camino por la calle, todo el mundo me saluda, me conocen porque saben que yo siempre trabajaba en flores. Nos gusta hablar de flores, hablar de las plantas, saber que coincidimos con las mismas cosas que coincidimos en México. Como las mismas tradiciones que tenemos. Como por ejemplo una calabaza: ¿qué significa para nosotros en México? Es comida. Nosotros la calabaza la comemos en pedacitos y es un poco más dura (que la calabaza en los Estados Unidos). Pues platicamos cosas así.
Quiero que (la comunidad) pase, y no es necesario que compren, solamente son bienvenidos entrar y saludar y ver. No importa si no compran.
Dashiell Allen es un periodista que estudia una maestría en Periodismo Bilingüe en la Craig Newmark Graduate School of Journalism de CUNY.








