📸¿Quiénes viajan en la caravana de migrantes? Aquí 5 de sus historias
Madres, jóvenes, niños y padres de familia con algo en común: todos están huyendo de la violencia en sus países. Vienen de Centroamérica y cerca de 200 de ellos continuaron el viaje hacia Estados Unidos y ya se encuentran en Tijuana, listos para pedir asilo. Estos son sus testimonios.
Laura es madre soltera con cuatro hijos menores. Salió de La Ceiba, en la costa atlántica de Honduras, después de que un grupo del crimen organizado mató a su hermano y comenzó a amedrentarla, con amenazas. "Lo más difícil fue cuando hace unas semanas le metieron fuego a mi casa". Ese incendio, según cuenta, le causó quemaduras a una de sus hijas. La certeza de que los pandilleros continuarían con los hostigamientos hizo que la familia prefiriera salir de Honduras y atravesar Guatemala para unirse a la caravana en la frontera con México. "Me vine con mis cuatro hijos para no arriesgarlos. En Honduras corren peligro".
Manuel Ocaño
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Kevin,
de
15 años, dice que quiere llegar a Estados Unidos para estudiar. En Choluteca, Honduras, las pandillas le impedían ir a clases y aunque le permitían trabajar como peón, a menudo le quitaban lo que ganaba. "Querían el dinero para comprar drogas. Yo sé que al llegar a EEUU voy a tener que trabajar para poder estudiar, porque no va a ser gratis, pero valdrá la pena". Lo primero que desea es que le den el permiso de entrar al país y luego a la escuela: "De ahí, vamos a ver qué es lo que me puede gustar. Tal vez estudiar para ser doctor o maestro".
Manuel Ocaño
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Janet, de 32 años, salió huyendo de San Bartolo Ilopango, en El Salvador, junto a su esposo Yoni y sus dos niñas. "Nos amenazaron de muerte. Los mareros (miembros de la pandilla) le dijeron a mi esposo que si no accedía a unas peticiones, le podía pasar lo mismo que a un familiar suyo (le mataron a un primo)". Esa amenaza ocurrió en marzo. Semanas después aumentó la presión para que Yoni colaborara con las pandillas: "Llegaron a advertir que si se negaba, ya la iban a tomar contra nosotras, las niñas y yo". Por eso la pareja decidió abandonar su vida en Ilopango y unirse a la caravana, después de que supieron que el objetivo era llegar con cientos de personas a la frontera norte mexicana para presentarse ante las autoridades migratorias estadounidenses. "Pues bueno, ya hemos llegado hasta aquí y gracias a Dios estamos bien, pero ahora falta
lo más difícil, conseguir el asilo".
Manuel Ocaño
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Yoni está nervioso. La sola imagen de acudir a las autoridades estadounidenses para entregarse junto a su familia y solicitar un asilo le inquieta. "Siento presión de oír tantos temas; que el presidente Donald Trump dice esto y aquello. Si yo pudiera, le pediría que se pusiera la mano en el corazón y dialogara con muchas de estas familias que vienen acá por diferentes tipos de problemas; y que los escuchara porque así se daría cuenta de que uno no viene acá para aprovecharse del país o por algún interés, sino por seguridad y por sacar adelante a nuestros hijos. Lo único que nos queda es ponernos en manos de Dios y que sea él quien le toque el corazón". A pesar de la angustia, dice que también se siente "agradecido", pues en el camino nadie de la familia se enfermó y nada malo les pasó.
Manuel Ocaño
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Ángel. Este jornalero decidió huir de su casa en el central departamento de Yoro, en Honduras, tiempo después de que pandilleros de la MS-13 mataran a su hermano: "Era un profesor rural que no se metía con nadie, así que no sabemos el motivo". Dos meses más tarde, los mismos criminales asesinaron a su sobrino y le advirtieron que le pasaría lo mismo si no obedecía todo lo que le pedían que hiciera. Así que decidió marcharse; en la huida, recorrió diversos pueblos de Honduras. Entonces, los pandilleros decidieron ser más crueles: "Golpearon y violaron a mi madre, una mujer de 87 años, porque querían que les dijera dónde estaba yo, para hacerme regresar; yo tengo pruebas de todo eso, fotos del hospital". Como no podía trabajar de manera estable, decidió unirse a la caravana con su hijo de 5 años. "Esperamos que nos concedan asilo. Si nos lo niegan vamos a estar en mucho peligro, pero si lo conseguimos, vamos a ver cómo vamos a ayudar a los demás en la familia".