"Me voy derrotado y sin dinero": el diario de los mexicanos arrestados en la frontera
TIJUANA, México.- Javier Escalera deambula por las calles de Tijuana, México, con solo cuatro dólares en el bolsillo. Está a casi 1,500 millas de su casa, en Michoacán. Aquí no tiene parientes ni amigos que le tiendan la mano. Lo que trae puesto, un par de tenis manchados, un viejo pantalón de mezclilla y un suéter de segunda mano, se lo dieron en el albergue donde duerme desde hace diez días.
Escalera, de 47 años, era jornalero en Los Ángeles, California, hasta que un policía le ordenó que detuviera su auto y le pidió sus documentos. Sucedió en la década de 1990. Desde entonces, este hombre ha pasado varios meses en centros de detención para inmigrantes del Servicio de Inmigración y Aduanas (ICE). Por sus múltiples reingresos a Estados Unidos no lo han deportado inmediatamente; una vez estuvo 37 meses en un centro.
Pero en su tierra natal, la precaria situación de los constructores, un oficio por el cual gana unos 86 dólares a la semana, lo manda de regreso a California, dice él. "Yo no tengo estudios, para mí no hay oportunidades en Michoacán", cuenta Escalera en un salón de la Casa del Migrante de Tijuana, a la cual llegó después de permanecer siete meses en centros de ICE en Arizona y California. La Patrulla Fronteriza lo detuvo en Arizona, cuando cruzaba el desierto rumbo a Los Ángeles.
Este michoacano es uno de los 310,531 inmigrantes que han sido arrestados por la Patrulla Fronteriza del 1 de octubre de 2016 al 30 de septiembre de 2017, abarcando los primeros nueve meses de la administración de Donald Trump. Esta cifra significa el nivel más bajo desde 1971.
Al igual que otros mexicanos entrevistados por Univision Noticias en refugios para inmigrantes en Tijuana, Escalera no piensa volver a intentar burlar a 'La Migra'. "No vale la pena", dice y agrega que lo peor es estar detenido. "Es un trauma porque las cárceles son feas".
"Ahora ya no se puede pasar la frontera, está bien duro", comenta horas antes de abordar un avión rumbo a Guadalajara, un boleto que le pagó la Casa del Migrante. En aquella ciudad mexicana planea trabajar en lo que sea para juntar unos pesos y pagar el autobús que lo llevará a su natal Zamora.
El número de inmigrantes mexicanos que viajaron a EEUU disminuyó 6% de 2007 a 2015, de acuerdo a un estudio del Centro de Investigaciones Pew.
Ahora lamenta que por intentar "salir adelante" en California, regresa en una peor condición a su terruño. "Me voy derrotado y sin dinero", expresa el migrante.
Arrestado en altamar
Gabino Hernández, de 64 años, tampoco logró librar la fuerte vigilancia fronteriza. Hace seis meses él y otros cinco indocumentados se subieron a la lancha deportiva de un 'coyote' en Ensenada, Baja California. Se dirigían al condado de Los Ángeles, pero en medio de la noche un barco de la Guardia Costera les salió al paso y fueron puestos bajo la custodia de la Patrulla Fronteriza. "Nos tocó la de malas", relató este michoacano ya en Tijuana.
Antes de volver a México pasó seis meses en un centro de ICE en San Diego. Durante ese tiempo su familia no supo de él. Era la primera vez que intentaba ingresar a EEUU. Es la última, promete.
"Yo iba a trabajar, a ganar lana (dinero), pero como no la hice me retacho (regreso) a Michoacán", dice este hombre que toda su vida se ha dedicado a la pesca en la comunidad La Boca de Apiza.
Hernández se entusiasmó con el 'sueño americano' en Tijuana. Llegó buscando a un hermano y cuando se le acabó el dinero le ofrecieron un empleo en California. Cuando se enteró que cruzaría por el mar se sintió confiado. "Toda mi vida he estado en el mar, pesco guachinango, corvinas y tiburones; y luego los vendo en las cooperativas", explicó.
El michoacano regresó sin un centavo a Tijuana. Dice que llevaba 500 dólares cuando lo detuvieron en el mar californiano, pero asegura que antes de que lo deportaran no le devolvieron su dinero. No le pagó al 'coyote' porque no logró pasar. "Llegué sin nada", afirmó.
Al registrarse en un albergue para inmigrantes le ofrecieron un boleto de autobús con destino a su pueblo. "También iba por la aventura, para que no me la contaran", dice con una sonrisa.
Cuando se le pregunta si intentaría otra alternativa para llegar a Los Ángeles se pone serio. "Ya no. ¿Para qué? No tiene caso. Este presidente está cuidando su país y yo me regreso a mi pueblo".