LOS ÁNGELES, California.- Karla Boquín asegura que vio de cerca a la muerte en su natal Honduras. Ella cuenta que después del asesinato de algunos de sus familiares alguien le prendió fuego a su casa. No se lo pensó dos veces, tomó a sus cinco hijos (todos niños) y juntos partieron hacia Estados Unidos.
El caso de los Boquín y el 'boom' de familias de indocumentados que tratan de entrar en EEUU
La cantidad de familias centroamericanas completas intentando cruzar a Estados Unidos se han duplicado este año, según estadísticas del Departamento de Seguridad Nacional (DHS).


La travesía comenzó el 3 de octubre. A Guatemala, su primera escala, llegaron cinco días después. En México se detuvieron en el estado de Tlaxcala y luego se dirigieron a Coahuila, en el norte. De ahí abordaron un bus que los llevó a Ciudad Juárez, en Chihuahua, cerca de la frontera con EEUU.
En la garita entre esa ciudad y El Paso, Texas, la mujer solicitó asilo a los agentes migratorios.
“Vine huyendo porque me mataron toda mi familia, a mis hermanos y mi papá. Me vine para acá porque quería protección para mis hijos”, relató la mujer a Univision, en un trabajo de colaboración entre los canales en San Antonio y Los Ángeles. “No sé quién los mató, ni por qué”, dijo antes de partir de Texas hasta California.
Éxodo de miles de familias
Su historia no es única. Cada vez más familias centroamericanas completas o con la mayoría de sus integrantes cruzan la frontera ante la escalada de violencia en sus países, según estadísticas del Departamento de Seguridad Nacional (DHS).
Del 1 de octubre de 2015 al pasado 30 de septiembre (año fiscal 2016), la dependencia registró la detención en la frontera con México de 77,000 familiares provenientes principalmente de Guatemala, El Salvador y Honduras, casi el doble de lo reportado en el ciclo anterior (2015).
En 2013, la dependencia federal detuvo a 14,855 familias en su intento por llegar a EEUU.
“Los datos demográficos de la inmigración indocumentada en nuestra frontera sur han cambiado significativamente en los últimos 15 años: menos mexicanos y adultos solteros están tratando de cruzar la frontera sin autorización, pero más familias y niños no acompañados están huyendo de la pobreza y la violencia en Centroamérica”, dijo al presentar estas cifras en octubre Jeh Johnson, titular del DHS.
Separando a las familias por nacionalidades, todas las originarias del triángulo norte de Centroamérica duplicaron las detenciones o estuvieron cerca de ello en 2016, comparado con el año anterior. La Patrulla Fronteriza detuvo a 27,114 miembros de familias de El Salvador que cruzaban unidos hacia EEUU, poco más de 23,000 de Guatemala y más de 20,000 de Honduras, de acuerdo al DHS.
Así ayudan 'Las Patronas' a los viajeros en 'La Bestia'
“Esa inmigración familia ha aumentado y se debe a un mayor desplazamiento por la violencia en los países de origen. Esto los obliga a abandonar de emergencia sus lugares de residencia”, dijo Salvador Sanabria, director de El Rescate, una organización con sede en Los Ángeles que en los últimos meses ha observado un notable aumento en los servicios legales que ofrece a familias enteras de Centroamérica.
En el pasado semestre, el grupo ha brindado ayuda a 77 familias completas dichos países. El año pasado, indicó Sanabria, fueron muy pocas las que apoyaron legalmente.
“Antes los padres se venían primero y dejaban a los hijos con los abuelos o los tíos porque era seguro, los niños iban a la escuela, pero ahora es un riesgo dejarlos allá. Deciden arriesgarse a dejarlos en una situación de peligro aún mayor por las pandillas”, expresó Ángela Sambrano, del Centro de Recursos Centroamericanos (CARECEN).
"Es un riesgo mucho mayor"
'Las Patronas', una organización que alimenta, ofrece alojo temporal y brinda asistencia médica a los migrantes centroamericanos que pasan por Veracruz, México, a bordo de ‘La Bestia’, el tren de carga que cruza del sureste al norte de México, también ha notado este nuevo fenómeno migratorio.
“En nuestro albergue hemos atendido a muchas familias centroamericanas que vienen con sus hijos. Les decimos: ‘¿Saben el riesgo que implica?’. Porque si el hombre está expuesto, imagínate la familia completa. Porque son niños, vienen jovencitas, se las pueden quitar. Es un riesgo mucho mayor”, dijo Norma Romero, una de las líderes del grupo, durante una visita a Los Ángeles en agosto pasado.
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“Pensamos que las cosas deben ser demasiado duras para dejar todo, porque no solo es salirte sino dejar tus costumbres, dejar a tu gente, tu casa, tu tierra, lo que con mucho esfuerzo construiste y dices: ‘Ya no puedo estar aquí, tengo que salir’”, agregó Romero.
Voluntaria con 'Las Patronas' desde hace siete años, Mariela Nájera relató que en los recientes recorridos del tren ‘La Bestia’ ha visto a más mujeres embarazadas y padres que se arriesgan al lado de todos sus hijos. A nadie dejan en Centroamérica.
“Han habido ocasiones en que viene el papá, la mamá, el hijo y la señora viene embarazada. Tú te pones a pensar: ‘Ha de estar la situación muy crítica para ver que se arriesgan tanto para salir adelante’. ¿Quién va a querer arriesgar a su familia completa por una vida mejor?”, reflexionó Nájera.
Damnificados de la violencia
Univision Noticias reportó hace unos días del éxodo de familias centroamericanas que han quedado varadas en Tamaulipas, en la frontera mexicana, en espera de que les concedan solicitar asilo político al Gobierno de EEUU.
Entonces se contó la historia de Juan, un hondureño de 62 años que había tratado de pedir refugio a este país. Él relató que la sombra de las maras oscureció en los últimos tres años la vida de su familia, que vivía a cinco horas de Tegucigalpa y cambió varias veces de domicilio huyendo de los pandilleros.
Juan contó que integrantes de la banda les cobraban ‘derecho de piso’ cotidianamente, pero como no pagaron intentaron reclutar a una de sus hijas. Por eso huyeron hacia EEUU.
Por su parte, su paisana Karla Boquín, quien se dirigía de San Antonio a Los Ángeles, relató que dejó su hogar llena de miedo, pero decidida a no regresar jamás. La seguridad de sus hijos y la propia la orilló a tomar una decisión tan arriesgada. “Venía con miedo porque no traía mucho dinero para seguir dándole de comer a mis hijos”, expresó.
















