LOS ÁNGELES, California.- Se saben pocos detalles de aquel ataque que sufrieron cinco inmigrantes que cruzaban el desierto de Texas en julio de 2014. El salvadoreño Carlos Tovar, el único sobreviviente, según su familia, resultó con una lesión cerebral aguda y su salud se deteriora cada día. “Era un hombre”, comenta sobre su agresor Carlos, quien ahora vive en el norte de California.
“A todos les dieron el tiro de gracia”: migrante atacado en la frontera sufre de graves secuelas
Cuatro años después de que Carlos Tovar fue baleado en la frontera entre México y Texas, su familia continúa pidiendo justicia. Lamentan que el responsable actuó “solo por hacer la maldad” y dejó a su pariente con una lesión cerebral aguda.

“Venía un grupito, eran cinco personas y de las cinco, según tenemos entendido, solamente él está vivo. Sobrevivió. A todos les dieron el tiro de gracia (un disparo fulminante en la cabeza)”, dice el hermano de Carlos, Félix, quien se ha hecho cargo de la complicada rehabilitación de su familiar.
En su hogar en Sacramento, Félix contó a Univision 19 los periplos que ha pasado Carlos desde que dejó su natal El Salvador en 2014. Venía con la ilusión de tener un empleo bien pagado en California y ayudar a su familia. Pero esa idea se truncó en algún lugar del desierto texano, donde él y otros migrantes fueron atacados por motivos que aún se desconocen. Tampoco se sabe nada del o los responsables. No hay reportes disponibles de ese incidente en los registros de la Patrulla Fronteriza en ese estado.
Pero el caso no suena extraño. Los ataques perpetrados por criminales, las difíciles condiciones climáticas y picaduras de animales cobran la vida de los migrantes a lo largo de la frontera y en algunos casos las autoridades sólo recuperan huesos, sin saber jamás la razón de su muerte, incluso su identidad.
La frontera entre México y Texas es particularmente peligrosa para los migrantes. Ahí fallecieron 191 personas en 2017, 26% más que los 151 decesos ocurridos un año anterior, según cifras de la Patrulla Fronteriza. Esto es casi la mitad de las 412 muertes registradas en ese período en toda la zona limítrofe entre México y EEUU.
Cuatro años después de aquel suceso los familiares de Carlos siguen pidiendo justicia. Les inquieta la saña con la que se cometieron los supuestos asesinatos y la agresión contra su pariente. “¿Qué puede traer uno en el camino? No traes nada, no traes dinero”, dice Félix refiriéndose a las condiciones en las que los indocumentados pasan la peligrosa zona limítrofe entre México y Estados Unidos.
Él lamenta que el responsable actuó “solo por hacer la maldad”.
Notas Relacionadas
Tras el ataque, Carlos estuvo tres meses postrado en una cama en la Unidad de Cuidados Intensivos en un hospital en Harris, Texas. El diagnóstico era el peor. “No le daban esperanza de vida. (Nos decían) que nos preparáramos, que estaba muy grave. Como ocho días después comenzó a reaccionar. Y nos dijeron la realidad: que sí iba a vivir, pero iba a quedar mal”, contó Félix.
Con “quedar mal” él se refiere a graves secuelas mentales. Carlos no solo va perdiendo la habilidad de hablar, tiene dificultades para hilar ideas y sus movimientos son cada vez más lentos, sino que su salud en general continúa empeorando. En diciembre fue internado en un centro médico de Sacramento debido a un ataque epiléptico.
“Gracias a Dios a mí no me sacaron de este país”, expresa Carlos con dificultad al ser cuestionado sobre qué recuerda del incidente que lo dejó así. “Era un hombre”. Es lo único que comenta sobre su agresor.
Con la esperanza de que Carlos logre sobreponerse de esta difícil situación, su hermano Félix trata de convivir con él lo más que puede. “Que se cure. Primero Dios, tengo fe, tiene que salir de eso”, dice.
