Chicago, Illinois.- Padres han confesado que temen salir a las calles debido al incremento de arresto por parte de ICE, tras el anuncio de la operación 'Midway Blitz', que inició a principios de septiembre en Chicago.
Voluntarios acompañan a estudiantes a sus clases: sus padres temen salir por los operativos de ICE en Chicago
Cada mañana en Brighton Park, patrulleros voluntarios acompañan a los estudiantes en su camino a la escuela. Los padres de estos niños no están saliendo de sus casas, ante el temor de los operativos de ICE.

En Brighton Park, la situación migratoria y la falta de tiempo de padres que deben salir temprano de sus casas para ir al trabajo las mañanas, dio origen a un esfuerzo comunitario único: patrulleros voluntarios.
Se trata de un grupo de padres y madres que, de manera desinteresada, donan unos minutos de su tiempo para dar seguridad a los niños en su trayecto escolar.
“Patrulleros voluntarios somos los papás y mamás que tenemos tiempo libre y queremos apoyar a las escuelas”, explica María Franco, quien desde hace años participa en este programa comunitario.
Cada mañana, ella y otros voluntarios se colocan en esquinas, avenidas y callejones cercanos a las escuelas, para ayudar a los estudiantes a llegar sin peligro.
El esfuerzo no es menor. Muchos de estos niños caminan solos porque sus padres deben trabajar. El tráfico, los carros que entran por los callejones y la distracción de los pequeños representan riesgos constantes. “Los niños corren, los carros pasan rápido y nosotros tratamos de estar ahí para cuidarlos”, agrega Franco.
Un programa distinto al Pase Seguro
Este programa comunitario, coordinado por el Concilio Comunitario de Brighton Park, lleva varios años funcionando, pero en la actualidad se ha vuelto más visible debido a la creciente incertidumbre migratoria de muchas familias del vecindario.
Frente al temor de ser detenidos en un operativo federal, muchos padres encuentran en los patrulleros un apoyo invaluable.
A diferencia del programa oficial de Pase Seguro que implementan las Escuelas Públicas de Chicago, este voluntariado no recibe pago alguno y sus recorridos van más allá del perímetro escolar.
“Es un trabajo muy bonito”, comenta Johanna Cabrera, gerente del programa Safe Passage. “Es un esfuerzo que solo se remunera con la sonrisa de los niños”.
Recompensas del voluntariado
Cabrera reconoce que los voluntarios también enfrentan riesgos. La posibilidad de exponerse a situaciones delicadas está siempre presente, pero aun así los padres deciden involucrarse.
“Ellos mismos sienten miedo, pero se arriesgan para seguir trayendo a sus hijos y también apoyar a otros padres que comparten ese temor”, asegura Cabrera.
Una madre, que pidió mantener el anonimato, lo confirma con su propio testimonio.
Aunque su hija ya le pide que la deje ir sola, ella no puede retirarse. “Me siento útil apoyando a la escuela. Es una satisfacción ver que los niños se sienten seguros cuando me ven afuera, esperando en las esquinas”, cuenta con orgullo.















