Si la palabra «ciclón» ya remite a un desastre natural, el término « ciclón bomba» seguramente erizará la piel a más de uno. Pero lo cierto es que, a pesar de su nombre catastrófico, este fenómeno climático es mucho más común de lo que parece y no es tan dañino como realmente suena.
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De hecho, el término científico usado por los meteorólogos para referirse a este tipo de tormentas es el de « bombogénesis», el cual refiere a la formación de ciclones de baja presión atmosférica que irrumpen con mucha intensidad en muy poco tiempo.

Si bien la baja en la presión atmosférica es un fenómeno que sucede en todas las tormentas, en los « ciclones bomba» se pueden experimentar caídas de más de 24 milibares en menos de 24 horas. El milibar es una unidad de medida utilizada por los meteorólogos para describir los cambios y alteraciones en la misma.
¿Cómo baja la presión atmosférica?
En este tipo de tormentas, la baja presión sucede cuando la circulación de vientos cálidos y fríos dentro del sistema hace que el aire se eleve hacia la atmósfera, donde la humedad se condensa y forma precipitaciones. Cuanto mayor sea la baja en la presión, más intensa será la tormenta.

Las caídas en la presión atmosférica permiten que un sistema de tormentas recoja más aire y se fortalezca. Cuando una caída supera los 24 milibares en menos de un día, se considera, en términos meteorológicos, explosiva. Sin embargo, a no confundirse, estas tormentas no son en nada parecidas a un huracán.
Los huracanes se alimentan de agua caliente y la forma en la que se desarrollan e interactúan con la atmósfera que los rodea es completamente diferente. Esto no quiere decir que un ciclón bomba no posea la fuerza de un huracán, con vientos fuertes de cientos de kilómetros por hora, sin embargo, lejos está de ser el fenómeno devastador y atípico que aparenta por su nombre. ¿Lo sabías?






