Ser miembro de la familia real británica implica poseer un sinfín de beneficios, pero también seguir un estricto protocolo real que incluye vestimenta, cómo comportarse en los eventos oficiales, qué comer y seguir a rajatabla ciertas tradiciones que llevan hasta más de 100 años.
Por qué las novias de la realeza son las únicas que no tiran su ramo de flores: la historia detrás


En la boda real de la princesa Eugenia de York, el ramo de flores que utilizó fue uno de los grandes protagonistas del día. Es que como la tradición misma sugiere -y que cumplieron a rajatabla Kate Middleton y Meghan Markle- algo muy especial debe ocurrir con él. Y no, no se trata de lanzarlo a sus mejores amigas.

La tradición de las bodas reales
Las novias de la realeza británica no lanzan su ramo por los aires para que una de sus invitadas lo capture ya que, tal como explica la cuenta oficial de https://www.instagram.com/p/BorO7D4HSN5/?taken-by=theroyalfamily">The Royal Family, la tradición indica que una vez que finalice la boda, el ramo debe dirigirse a la Abadía de Westminster para depositarlo en la tumba del soldado desconocido.
Pero esta decisión no es aleatoria. Como todo en la realeza, detrás de cada tradición hay una historia por demás particular y emotiva. En este caso, se trata de una costumbre que data del año 1923, cuando Lady Elizabeth Bowes-Lyon se casó con el duque de York (quien luego se convirtió en la reina Elizabeth y el rey Jorge VI).

Ella dejó su ramo de novia en la tumba de la Abadía de Westminster en memoria de su hermano, Fergus, quien perdió la vida en la Batalla de Loos en 1915 durante la Primera Guerra Mundial.
Fue la primera mujer en caminar sin tener el ramo de flores en su mano. Un gesto que continuó su hija, la Reina Isabel II del Reino Unido. También lo hicieron Diana de Gales, Kate Middleton y Meghan Markle.




La tumba del soldado desconocido
Cuando finalizó la Primera Guerra Mundial, Reino Unido fue el primer país en enterrar a un combatiente desconocido en nombre de todos los ejércitos del Imperio británico, en la Abadía de Westminster. Corría 1920 y ese gesto llevó a que otras naciones siguieran su ejemplo.
La tumba del soldado desconocido es uno de los lugares más sagrados de la Abadía y es la única parte del piso sobre el que las congregaciones no pueden caminar.

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