Los juicios: Verdades, mentiras y recuerdos falsos
El ejercicio de la justicia no siempre es exacto. Aplicar la ley no es una cuestión que atañe sólo al derecho, otras disciplinas, como la psicología, tienen mucho que agregar a los procesos judiciales, pues se basan justamente en el enfrentamiento de dos versiones de la realidad recordada por individuos diferentes, con experiencias diferentes.
La teoría clásica de la memoria sostiene que los seres humanos recordamos al reconstruir experiencias vividas. En ese caso, cuando escuchamos hablar a un testigo sólo habrían dos opciones: miente o dice la verdad.
Sin embargo, la teoría moderna de la memoria contradice esa afirmación al establecer que la mente humana guarda en dos zonas distintas del cerebro, aspectos diferentes de una misma experiencia. Por un lado, se almacena el hecho tal y como lo vivimos, mientras que en un segundo lugar, el significado que tuvo para nosotros ese hecho.
Muchas veces, el segundo recuerdo tiene más fuerza que el primero y por eso se abre una tercera posibilidad a la hora de escuchar a un testigo: que recuerde algo que nunca sucedió. Por más que la persona asegure haber vivido una determinada experiencia, puede que eso jamás haya sucedido y sea el significado que tuvo ese hecho para el individuo lo que se manifieste a través de una realidad ficticia.
Una de las más importantes implicaciones que tiene esto es que refutaría un pensamiento arraigado en las normas jurídicas que sentencia que el testimonio de un adulto es más fiable que el de un niño porque éstos últimos son más propensos a experimentar recuerdos falsos.
Todo lo contrario, de niños, los seres humanos no tenemos aún desarrollada la capacidad de extraer significado de los hechos, pues es una habilidad que se desarrolla con los años. Por lo tanto, recordamos los hechos tal cual sucedieron, sin contaminar nuestra memoria con interpretaciones propias.
Por tanto, los niños deberían ser más escuchados que los adultos cuando se trata de decir la verdad.
Vía | Amazings